Hace unos años, me encontré con el término aporofobia en los estudios sobre la situación mundial y la de los inmigrantes en particular. En busca de una vida más digna, algunos migrantes abandonan sus países escapando en lanchas o escondiéndose en camiones. Después de superar muchas dificultades y las condiciones miserables que a menudo presenta el viaje, puede que encuentren aporofobia cuando llegan a su destino.
En esencia, la aporofobia es un sentimiento de miedo y una actitud de rechazo hacia los pobres; una actitud que puede llegar a estar llena de odio y ser hostil. Acuñada por primera vez en la década de 1990, la aporofobia como concepto existe desde hace mucho más tiempo. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento de la Biblia encontramos estas declaraciones: “Con arrogancia el malo persigue al pobre” (Salmo 10:2), y “A los pobres hasta sus vecinos los desprecian” (Proverbios 14:20, NTV).
¿Cómo consideramos a este supuesto “otro”? ¿Lo vemos como Dios lo ve, o lo vemos con etiquetas y limitaciones de todo tipo? Cuando se contempla desde el punto de vista mortal, el “otro” es considerado como una amenaza o como deplorable. Pero ninguno de aquellos que se ven a sí mismos como pobres y limitados, ni quienes los temen, ven con claridad o verdaderamente. El verdadero individuo de la creación de Dios es bueno y glorioso, dotado de dominio, no sujeción.