Para jóvenes
Formo parte del equipo de rugby de mi universidad. Hace dos años, durante un juego, choqué con un jugador del equipo contrario, y su cabeza me golpeó la nariz muy fuerte.
No podía recordar casi nada. Eran las 11:30 de la noche, y tenía un examen de periodismo al día siguiente.
Empecé a asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana a la edad de seis años. Hoy en día valoro inmensamente esos años en la Escuela Dominical porque si bien no recuerdo haber puesto en práctica en aquel entonces las verdades que aprendí de maravillosos maestros y compañeros, han sido el fundamento de lo que hoy vivo, practico y en lo que procuro basar mi pensamiento.
En agosto de 2011 empecé a asistir a una universidad aquí, en los Estados Unidos, y comencé a jugar en su equipo de fútbol. Hacía seis años que no jugaba o hacía ejercicio, así que después de cuatro días de entrenamiento empecé a sentir un dolor agudo en la parte de arriba de mis pies.
Durante una práctica de acrobacia me torcí el tobillo al caer accidentalmente con mi pie sobre el borde de la colchoneta de gimnasia. Esto me había ocurrido varias veces antes.
Hace unos meses, cinco de los estudiantes de la Ciencia Cristiana que trabajaron como pasantes en La Iglesia Madre en Boston el verano pasado, se reunieron con El Heraldo para compartir sus ideas sobre diferentes temas importantes. Los participantes fueron Sergio Zapata (Perú), Lonie Fonseca (Brasil), Jessica Santos (Brasil), Anna-Zoë Herr (Alemania) y Timon T.
Varios estudiantes de la Ciencia Cristiana que trabajaron como pasantes en La Iglesia Madre en Boston, el verano pasado, se reunieron con El Heraldo para compartir sus ideas acerca de la Ciencia Cristiana y la forma en que se han apoyado en ella. Los participantes fueron Sergio Zapata (Perú), Jessica Santos (Brasil), Lonie Fonseca (Brasil), Timon T.
Varios estudiantes de la Ciencia Cristiana que trabajaron como pasantes en la Iglesia Madre en Boston, el último verano, se reunieron con El Heraldo para compartir sus ideas sobre la Ciencia Cristiana y cómo se han apoyado en ella. Esta primera entrega cubre uno de los diversos temas que trataron.
Antes de conocer la Ciencia Cristiana, me parecía natural en el bachillerato utilizar chuletas (apuntes escondidos) en el salón de examen. En la universidad, fue incluso peor con la cantidad de trabajo por hacer y el número de clases que teníamos.
La universidad es un sitio donde muchas corrientes de pensamiento fluyen libremente, y el trabajo realizado por una Organización de la Ciencia Cristiana (OCC) puede resultar perturbador para algunas de esas corrientes. Como miembro de una OCC, es por lo tanto esencial conocerse a uno mismo y protegerse conociendo la verdad, la cual muestra que siempre estamos amparados bajo las alas de Dios, y lejos del peligro.