
Para jóvenes
De niña, nunca quería dar mi opinión o llamar mucho la atención. Mejoré un poco respecto a esa falta de confianza en mí misma cuando empecé a asistir a un campamento para Científicos Cristianos todos los veranos, y aprendí a identificarme espiritualmente: que soy buena y valiosa, como Dios me creó.
Estoy en mi último año de la secundaria y vivo en Nicaragua. El año pasado, durante las vacaciones de la escuela, tuve la oportunidad de viajar a Suiza para visitar a mi prima y a su esposo, que tienen dos niños pequeños.
Un día, hace dos años, fui a andar en bicicleta con algunos amigos, y en nuestro camino de regreso de repente me topé con una piedra grande. Mientras trataba de frenar la bicicleta y desviarme de la dirección en donde estaba la piedra, el manubrio se bloqueó y salí lanzado hacia adelante.
En mi casa teníamos un mueble como de un metro de altura, donde había una pantalla de computadora vieja, que pesaba casi tanto como una televisión de las de antes. Fui a sacar unas cosas de debajo del mueble y la pantalla se me vino encima golpeándome fuertemente la cabeza.
Formo parte del equipo de rugby de mi universidad. Hace dos años, durante un juego, choqué con un jugador del equipo contrario, y su cabeza me golpeó la nariz muy fuerte.
No podía recordar casi nada. Eran las 11:30 de la noche, y tenía un examen de periodismo al día siguiente.
Empecé a asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana a la edad de seis años. Hoy en día valoro inmensamente esos años en la Escuela Dominical porque si bien no recuerdo haber puesto en práctica en aquel entonces las verdades que aprendí de maravillosos maestros y compañeros, han sido el fundamento de lo que hoy vivo, practico y en lo que procuro basar mi pensamiento.
En agosto de 2011 empecé a asistir a una universidad aquí, en los Estados Unidos, y comencé a jugar en su equipo de fútbol. Hacía seis años que no jugaba o hacía ejercicio, así que después de cuatro días de entrenamiento empecé a sentir un dolor agudo en la parte de arriba de mis pies.
Durante una práctica de acrobacia me torcí el tobillo al caer accidentalmente con mi pie sobre el borde de la colchoneta de gimnasia. Esto me había ocurrido varias veces antes.
Hace unos meses, cinco de los estudiantes de la Ciencia Cristiana que trabajaron como pasantes en La Iglesia Madre en Boston el verano pasado, se reunieron con El Heraldo para compartir sus ideas sobre diferentes temas importantes. Los participantes fueron Sergio Zapata (Perú), Lonie Fonseca (Brasil), Jessica Santos (Brasil), Anna-Zoë Herr (Alemania) y Timon T.