
Para jóvenes
La Ciencia Cristiana siempre ha sido parte importante de mi vida. Hoy, me doy cuenta de que cuanto más aplico a diario esta Ciencia, y hablo sobre ella con mi maestra de la Escuela Dominical, mejor comprendo que Dios está siempre conmigo.
Cuando no encontramos la solución a un problema, nos sentimos decepcionados y confundidos. Pero la respuesta a nuestros problemas está más cerca de lo que pensamos.
Había asistido a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana desde que tenía cuatro años, y ya había tenido varias curaciones mediante la aplicación de esta Ciencia. Vivo con mi madre en Frankfurt am Main.
Hace tres años, comencé a jugar en una escuela de voleibol. Al principio me divertía mucho, pero al año siguiente ingresé en el equipo de mi colegio y los entrenamientos eran mucho más exigentes porque participábamos en competencias con otras escuelas, cuyos equipos eran muy buenos.
Cuando cursaba el tercer año en la universidad, decidí abrir con dos amigos una agencia de publicidad. Muy pronto me di cuenta de que a veces el tiempo no me alcanzaba para hacer las dos cosas, mis estudios y la agencia.
Mi época del liceo, desde los 12 a los 19 años, fue un desastre. Mis actitudes estaban completamente fuera de lugar.
Hace dos años, yo tenía una verruga en la mano. Cuando mi papá, que no es Científico Cristiano, me llevó al médico para que la revisara, el doctor la quitó, pero después de unos pocos meses, apareció otra vez.
El año pasado estuve de vacaciones en el sur de Francia. Una mañana, me desperté y fui a nadar con mi familia.
A mí me encanta mi colegio. He estado en él desde que tenía tres años y pienso terminar allí mis estudios.