Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Para jóvenes

No te presiones

Del número de abril de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


 “¿Te sientes bien?”

Desconcertada, miré a mi entrenador de atletismo. Yo había disfrutado de nuestro entrenamiento de carreras cortas de 100 metros. Pero mi entrenador decía que me veía tensa, demasiado concentrada y casi enojada. 

—Me encanta correr —le dije—.

 —Entonces, simplemente corre —me alentó—. No te esfuerces tanto. 

Comprendí lo que me estaba diciendo, y me di cuenta de que no necesitaba presionarme a mí misma para correr. Simplemente tenía que recurrir a la habilidad que yo ya tenía y permitirme avanzar lo más rápido que podía. Al aplicar lo que mi entrenador me había dicho, empecé a notar que estaba progresando en mi habilidad para correr y ya no estaba tan tensa cuando hacía sprints.

Ya he aplicado mucho de lo que estoy aprendiendo cuando corro, a otros aspectos de mi vida. Sin embargo, este concepto en particular de “permitir” en contraste con “presionar” realmente me llamó la atención, y he estado pensando mucho en qué significa esto desde una perspectiva espiritual.

Una de las cosas que me recordó es la explicación de la ley de Dios que se encuentra en el artículo “La ley de Dios que todo lo justa” (Adam Dickey, The Christian Science Journal, January 1916). El autor dice: “Nosotros no somos responsables del cumplimiento de esta ley [la ley de Dios]. De hecho, no hay nada que podamos hacer para acrecentar, estimular o intensificar la función o actuación de la Mente divina, dado que siempre está presente y en acción continua, y jamás deja de afirmarse y manifestarse cuando apelamos a ella correctamente”. Vuelvo con frecuencia a esta idea de recurrir a la ley de Dios correctamente cuando algo parece necesitar ajuste. Como hijos de Dios no somos responsables del trabajo de Dios, pero podemos orar para ver mediante una percepción personal de nosotros mismos, y saber que reflejamos a Dios. Podemos comprender que lo que Dios está haciendo se está expresando sin esfuerzo a través de nosotros, a medida que dejamos de presionar, tratar de hacer o imponernos de alguna manera, y permitimos que Dios resplandezca.

Cristo Jesús fue un ejemplo muy bueno de cómo sacar fuera del camino una perspectiva personal de él mismo. Él realmente comprendía su relación con Dios, como Su Hijo. Lo explicó cuando dijo: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre” (Juan 5:19). Jesús vivió para mostrarnos lo que es verdad acerca de todos nosotros por ser los hijos e hijas de Dios: reflejamos a Dios. Un reflejo no puede forzarse. No hay lucha, apremio o empujones. Así como no tenemos que desear que aparezca nuestro reflejo —simplemente lo hace— de esa misma forma Dios no necesita desear que alguno de nosotros sea Su reflejo; en nuestra existencia verdadera, simplemente somos Su reflejo.

Poner en práctica esta idea me ha dado mucha libertad. Por ejemplo, yo acostumbraba ser increíblemente tímida, y me costaba mucho hablar en voz alta, al punto que cuando estaba en un restaurante, ni siquiera quería hablar con el mesero para pedirle agua o más salsa para algo que estaba comiendo. No quería hablar en voz alta en frente de mis compañeros o en situaciones donde tenía que ser el centro de atención.

Pero ahora, lo “permito”. Como dice en la Biblia: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16).

Antes de comprender esta idea de permitir, yo hubiera leído ese pasaje y dicho que era una linda idea, pero que tomaría demasiada confianza en uno mismo para ponerla en práctica. Pero ahora leo ese pasaje y sé que mi luz está brillando y lo ha hecho siempre. No tengo que tener miedo porque soy el resplandor de la luz buena de Dios.  Esto ha sido muy útil en situaciones sociales. No simplemente para acercarme al mesero y pedirle más salsa, o preguntarle dónde está el baño, aunque eso es maravilloso. Sino que ahora también puedo iniciar conversaciones con la gente en las fiestas. Puedo hablar con mis compañeros e incluso con adultos sobre temas importantes dentro de nuestra sociedad.

Este es un proceso de crecimiento para mí. Pero he hecho mucho progreso, y es reconfortante saber que no es mi responsabilidad presionarme o forzarme para ser el reflejo de Dios. Como dijo Jesús: “No puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:30). Cuanto mejor comprendo esto, más siento que Dios me guía y me gobierna, y con mucho menos esfuerzo puedo ser una transparencia de todo lo que Él es.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / abril de 2018

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.