
Para niños
Santiago había resuelto muchos problemas por medio de la Ciencia Cristiana. Sabía que confiar en Dios, su Padre-Madre, y comprender que él mismo es hijo de Dios, podía resolver cualquier cosa.
Estoy en sexto grado. En julio, durante las vacaciones de la escuela, me gusta ir a un campamento de la Ciencia Cristiana en los Estados Unidos, porque aprendo muchas cosas nuevas, y aprendo a expresar valor, confianza, libertad, bondad, y otras cualidades que vienen de Dios.
Un día en la escuela, tuve varios exámenes, y me empezó a doler la cabeza. Se lo conté a mi maestro, y me dijo que debía irme a casa.
Una vez, estuve con dolor de oído todo el día, y quería sanar. No se lo dije a nadie porque pensé que podía orar por mí misma, como había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.
Un día, cuando tenía seis años, fui a andar en trineo con mi hermano mayor, Noah. Me senté en el trineo, y Noah comenzó a arrastrarme a lo largo de la acera.
Los acontecimientos que estoy a punto de compartir con ustedes ocurrieron cuando yo tenía siete años. Ocurrió la noche antes de Navidad.
¡Hola! Estoy en primer grado, y me encantan las matemáticas. Me gusta mucho ir a la escuela, y jugar fútbol y nadar.
En una ocasión tuve fiebre alta. Me dolía mucho la cabeza, así que me quedé en casa con mi papá, y no fui a la escuela.
Tengo un perro llamado Pintado. Él solía vivir en la calle y estaba muy flaco y descuidado.
Cuando estaba en tercer grado, mi mejor amiga, a quien conocía desde preescolar, llegó para estar en mi clase. Estábamos muy contentas.