Relatos de curación
Durante casi veinte años me estuve preparando para hacer un viaje a los Estados Unidos. A las pocas semanas de llegar a este país conseguí un empleo muy bueno, con grandes oportunidades de progreso.
En el Salmo 29 (versículos 1, 2) leemos: “Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos, dad a Jehová la gloria y el poder. Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad”.
La ayuda de un estudiante de Ciencia Cristiana fue inmensurable cuando nuestra hija fue sanada por medio de la oración. A los cuatro meses de edad, nuestra hijita enfermó gravemente.
Al ofrecer este testimonio, no puedo sino expresar el gran amor que siento hacia Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana. Desde que empecé el estudio de Ciencia Cristiana, no ha pasado un día en que yo no sienta la presencia de Dios, y he recibido muchas bendiciones.
A temprana edad asistí a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Vi a mi tía, con quien vivía entonces, sanar completamente de un severo reumatismo mediante tratamiento en la Ciencia Cristiana.
Hace más de veinte años, un eminente neurólogo me dijo que yo estaría parcialmente inválida por el resto de mi vida. Como en ese entonces contaba sólo veinte años de edad, no era esto una perspectiva placentera.
La Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) ha sido una manera de vivir para mí, durante muchos años. Mis primeras curaciones fueron de intensas jaquecas y de problemas estomacales.
Qué mejor comienzo para un testimonio que el Himno No. 374 del Himnario de la Ciencia Cristiana: A Ti Te doy hoy gracias, oh Padre nuestro y Dios.
En noviembre de 1974 caí enferma. No puedo precisar el nombre de la enfermedad, pues no hubo diagnóstico médico.
Los escritos de la Sra. Eddy son una constante fuente de fortaleza y una guía para mí.