Hace algunos meses me apareció una verruga en la cara, entre la nariz y el labio superior. No era muy grande pero sí muy desagradable a la vista. Parecía que a la gente le molestaba verla especialmente cuando se me caía la pequeña venda. Mi corazón rebosa de gratitud por la maravillosa curación que tuve. Llegué a comprender más claramente que todo crecimiento verdadero es espiritual. Hubo días en que mi pensamiento era muy elevado pero también días de desaliento. Varios de mis amigos y parientes estaban muy contrariados conmigo porque no consultaba a un médico. Dos de mis parientes sugirieron que la verruga podría ser cancerosa. Sin embargo, no recurrí a la medicina.
Varios versículos de la Biblia fueron de gran ayuda. Uno en Mateo (15:13): “Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada”. Otro en Job (11:15): “Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, y serás fuerte, y nada temerás”.
En varias ocasiones había pedido a una practicista de la Ciencia Cristiana que me diera tratamiento. En cada ocasión me sentí elevada en mis pensamientos y perspectivas, pero físicamente no se producía ningún cambio. Entonces decidí llamar nuevamente a una practicista para pedirle ayuda mediante la oración. Después de varios tratamientos todavía parecía no producirse ningún cambio. No obstante, yo sabía que mi manera de pensar había cambiado. Comprendí que cada tratamiento en Ciencia Cristiana es eficaz, y que era necesaria una limpieza mental para lavar toda sugestión agresiva que pudiera estar en mi pensamiento. Descubrí que había permitido que se desarrollaran en mis pensamientos muchos conceptos erróneos. Ahora estaba lista para tomar mi pala y la escoba de la verdad y barrer hasta limpiar a fondo esas creencias malévolas, que ciertamente no procedían de Dios, el creador de todo lo bueno. Para estudiar a fondo y devotamente empleaba las Concordancias.
Algunas de las palabras que usé en mi estudio de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy fueron: defecto, mancha, crecimiento, adherir y amor. En el diccionario encontré que las definiciones de “defecto” y de “mancha” incluyen estos significados: “imperfección moral o material, mácula, tacha”. Comprendí que manchar podría significar desacreditar. Había estado pensando maliciosamente acerca de ciertas personas con quienes tenía grandes desacuerdos. Me había vuelto completamente indiferente hacia ellas. Comprendí que esto distaba mucho de expresar amor y parecía ser una mancha en mi consciencia.
Pasaba cuatro mañanas por semana en la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana, orando y estudiando para ver más belleza a mi alrededor. Anhelaba ver solamente al hombre creado por Dios — puro, recto, libre de temor y perfecto. Después de tres meses se había producido sólo un pequeño cambio, por lo menos aparentemente. Un domingo por la tarde mi esposo y yo fuimos en coche a ver a un pariente, quien me dijo: “¿Cuándo vas a hacer algo acerca de esa verruga en la cara?” Estaba a la defensiva y me sentí de nuevo muy desalentada, pues el día anterior otro pariente me había pedido que fuera a ver a un médico para que me la extirpara.
De regreso a casa, comencé a llorar silenciosamente. Mi querido esposo se sorprendió, trató de consolarme y me preguntó: “¿Cómo puedo-ayudarte?” Le dije: “¿Podrías orar por mí?” Aunque él no es Científico Cristiano viene conmigo regularmente a la iglesia. Esa misma noche llamó a una practicista de la Ciencia Cristiana y le preguntó cómo podía él ayudarme. Después me dijo que había orado domingo, lunes y martes. El miércoles por la mañana, después de prepararle el desayuno, fui al baño a lavarme los dientes y vi en el espejo una cara completamente limpia, sin mancha. Sencillamente se me había caído la verruga. Había desaparecido sin dejar ninguna cicatriz. ¡Cuán agradecidos nos sentimos por tan hermosa curación!
Qué feliz me siento por la Ciencia Cristiana. He tenido muchas otras curaciones físicas, y relaciones personales han sido corregidas. Objetos perdidos nos fueron devueltos, tengo un matrimonio y un hogar más felices y nuestros ingresos y provisión han sido los adecuados mediante la aplicación de la Ciencia Cristiana. La Sra. Eddy nos dice en Ciencia y Salud (pag. 390): “No permitáis que pretensión alguna de pecado o enfermedad se desarrolle en el pensamiento. Desechadla con la convicción firme de que es ilegítima, porque sabéis que es tan imposible que Dios sea el autor de la enfermedad como que lo sea del pecado”. He comprendido cuán importante es que cuidemos nuestros hogares mentales de las malévolas sugestiones que quisieran arraigarse y crecer causando sufrimiento. Cristo Jesús mantenía su pensamiento puro, a la manera del Cristo. Él dijo: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Todos necesitamos reconocer nuestra unidad con nuestro Padre-Madre Dios. Entonces, así como nuestro Maestro, nosotros también podemos reconocer nuestro dominio y libertad espirituales de todo aquello que sea desemejante a Dios. Estoy profundamente agradecida por haber comprendido que todo crecimiento verdadero es espiritual.
San Diego, California, E.U.A.
