
Relatos de curación
Hace unos veinte años, durante el invierno, mi hombro izquierdo se puso muy dolorido. Se me hizo cada vez más difícil mover el brazo, y me dolía aunque no lo moviera.
Dios nos da la habilidad para glorificarle. Nuestra vida es un testimonio del poder de Dios, el Espíritu.
Hace muchos años sufría de fuertes dolores internos. Tales ataques se repetían y se presentaban cada vez con mayor frecuencia, prolongándose por varias horas.
Cuando era una joven adolescente tenía muchas dudas sobre religión. Mi padre, muy instruido sobre el tema, me dijo que la única religión de que él sabía que podía responder satisfactoriamente a mis preguntas, era la Ciencia Cristiana.
Hace varios años, mientras pasaba unas vacaciones de verano en una granja de huéspedes en el Canadá, nuestra familia tuvo oportunidad de atestiguar la eficacia de la curación espiritual como se enseña en la Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens.
Mi primer testimonio de curación que apareció en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, fue publicado en el Christian Science Sentinel del 29 de julio de 1944. Desde que escribí ese testimonio he pasado por muchas vicisitudes, pero también he tenido muchos triunfos por medio de la resuelta aplicación de la Ciencia Cristiana.
Deseo expresar mi sincera gratitud por todas las bendiciones que he experimentado desde que empecé el estudio de la Ciencia Cristiana hace más de dieciséis años. Por más de tres años había sufrido de un desplazamiento de los discos de la espina dorsal y no podía atender a las tareas de mi casa.
La Ciencia Cristiana llegó a mi vida en una época en que me sentía profundamente desalentado. Durante más de un año había estado a estricta dieta para curarme de gastritis y colitis, y se me había sometido a una operación abdominal exploratoria cuyos resultados no condujeron a nada.
Así como dice el Salmo 40:10: “No encubrí tu justicia dentro de mi corazón; he publicado tu fidelidad y tu salvación; no oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea”. He hablado constantemente de esto en los años que vengo estudiando Ciencia Cristiana, y a menudo se lo he dicho a los amigos en la iglesia en las reuniones testimoniales de los miércoles.
Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, me sentí repentinamente débil y manifesté síntomas alarmantes. Me sometí a radiografías las cuales revelaron que estaba sufriendo de tuberculosis del pulmón izquierdo y dilatación del corazón.