
Relatos de curación
Estoy sumamente agradecido por haber sido educado en la Ciencia Cristiana, por practicar sus enseñanzas en todas mis actividades, y tener hoy día el privilegio de educar a nuestros hijos de acuerdo con sus enseñanzas. He sido curado de bronquitis asmática, de debilidad intestinal y de otras condiciones mediante la oración en la Ciencia Cristiana.
Quiero compartir la curación que experimenté como prueba del gran amor de Dios, con la esperanza de que dé aliento a alguien que esté atravesando por una condición similar. Hace aproximadamente cinco años, un diagnóstico médico indicó que yo padecía de cáncer con un lapso de vida de sólo seis meses.
Podría decirse que hasta hace unos pocos años existía algo así como una brecha entre Dios y yo. A lo menos así parecía.
Me enteré de la Ciencia Cristiana cuando era niña al leer Ciencia y Salud por la Sra. Eddy.
A la edad de dos años fui inscrita en una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana y asistí regularmente durante quince años. Sin embargo, durante mi adolescencia, me rebelé contra las disciplinas de la Ciencia Cristiana y contra las restricciones que yo pensé que me eran impuestas.
Hace muchos años me interesé en la curación espiritual. Leí veintenas de libros sobre el tema.
La Ciencia Cristiana ha colmado mi vida de muchas bendiciones, y con sincera gratitud a Dios escribo este testimonio. Cuando me presentaron esta Ciencia, tenía una gran necesidad de ella, y me ha ayudado a superar muchas etapas difíciles de mi vida.
De joven me hallaba sufriendo de una afección a los ojos y esta condición persistió al ir creciendo. Recibí tratamiento médico para los ojos en mi país como también en el extranjero.
“No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3). En una ocasión en que estaba sufriendo fuertes dolores debido a una afección que los médicos habían diagnosticado como artritis espinal, una amiga me preguntó si durante aquella semana yo querría que ella me leyera la Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.
En mayo de 1966, cierta forma de enfermedad pareció abatirme, y parecía que estaba adelgazando cada vez más. A pesar del mucho y buen trabajo de oración que hizo mi esposa y el aliento que me dieron mis amigos, la condición parecía persistir.