Nunca me había parecido deseable el jubilarme. Por más de cuarenta años mi exigente y recompensadora manera de vivir había sido enseñar a niños pequeños en escuelas públicas. Pero ahora había llegado la edad de retirarme. Al año siguiente se aplicarían nuevos métodos para enseñar a leer y yo quería continuar y participar en el nuevo método. También tenía yo pensamientos temerosos y adversos presagiando un futuro cargado de actividades inútiles y con mucho tiempo para rumiar. Estos pensamientos constantemente me asaltaban y tenía que destruirlos.
Un día, casi al término de mis clases, con el corazón oprimido por el temor del porvenir, vi esta parte del siguiente Estatuto escrito por la Sra. Eddy en el Manual de La Iglesia Madre (Art. VIII, Sección 15): “Dios requiere todo nuestro corazón, y Él proporciona, dentro de los anchurosos canales de La Iglesia Madre, ocupaciones y deberes suficientes para todos sus miembros”. ¡Fue como un rayo de sol después de un día tormentoso! Decidí acatar este Estatuto, y esperar y ver el desarrollo de los acontecimientos. En esa época concurría regularmente a los cultos de la iglesia, pero no participaba en sus actividades. Resolví no aceptar llamadas durante mi retiro para sustituir a profesores o para servir de tutora.
Pocos días después de adoptar esta decisión, la secretaria de la iglesia me pidió que tan pronto como terminase el ciclo escolar, reemplazase a dos señoras del Comité de Distribución de Literatura que estarían ausentes todo el verano. ¡Había comenzado el desarrollo de los acontecimientos! Gradualmente, trabajando y asociándome con los cariñosos miembros del comité, me di más cuenta de los innumerables y beneficiosos medios por los cuales las verdades espirituales procedentes de la Mente divina podían ser utilizadas para solucionar mis problemas personales así como para resolver los de nuestra iglesia y sus actividades. Este trabajo de comité fue una oportunidad para crecer en entendimiento espiritual, lo mismo que para ayudar desinteresadamente. ¡Amé toda esa actividad inmensamente!
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