Cierto día, mientras iba manejando por la ciudad, me di cuenta de que no podía leer las señales de tránsito a menos que estuviera cerca de ellas. En ese tiempo yo planeaba hacer un largo viaje en automóvil. Para entonces ya usaba anteojos, y mi licencia de conductor requería que los usara para conducir, de manera que decidí orar seriamente sobre la situación.
Usé como base de mi trabajo metafísico estas palabras de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy (pág. 368): “Negad la existencia de la materia, y podréis destruir la creencia en condiciones materiales”. Encontré también otra declaración muy útil en Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos) por la Sra. Eddy (pág. 206): “El auténtico Científico Cristiano está afirmando la armonía constantemente en palabra y obra, mental y oralmente, repitiendo perpetuamente este diapasón celestial: 'El bien es mi Dios, y mi Dios es el bien. El Amor es mi Dios, y mi Dios es Amor' ”. Leí detenidamente el versículo bíblico (Gén. 1: 31): “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera".
Resolví ver solamente el bien, y comprender la nada del mal. Rechacé e invertí mentalmente todas las sugestiones del error, negándoles lugar o poder. Puesto que Dios es el bien y es Todo, ¿cómo puede existir nada sino el bien? Me esforcé en ver el bien en todas partes, en encontrar lo bueno en la gente, lugares y cosas.
Llegó el momento en que tuve que renovar mi licencia. Ya que mi vista había mejorado enormemente, le pregunté al funcionario a cargo del examen si podía hacerlo sin el requisito de usar anteojos. Él aceptó, y leí los signos gráficos de arriba a abajo sin ayuda. Cuando llegué a la penúltima línea, me interrumpió y dijo: “Está bien. Usted no necesitará anteojos para manejar. Quitaré esta restricción de su licencia”. Durante treinta y cinco años había usado anteojos, y ahora ya no los necesitaba más. Me sentí verdaderamente libre y en condiciones, por fin, para el viaje que había planeado. Recorrí cerca de seis mil trescientos kilómetros y no tuve ninguna dificultad para leer las señales desde lejos. No he vuelto a usar anteojos, ni aun para leer. Como resultado de ver sólo el bien tengo una buena vista.
Mi corazón está lleno de gozo por el inefable don de entender espiritualmente la presencia de Dios y la unidad del hombre con Él, como Cristo Jesús lo demostró.
Sarasota, Florida, E. U. A.