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Ha sido mi privilegio haberme criado en un...

Del número de febrero de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Ha sido mi privilegio haberme criado en un hogar de Científicos Cristianos. En mi infancia se produjeron muchas curaciones maravillosas, tanto mías como de otros miembros de la familia.

Una curación que recuerdo vívidamente, ocurrió cuando mi hermano, siguiendo el consejo de un amigo, se puso lejía en una verruga. Esto ocasionó un envenenamiento de la sangre y el brazo se hinchó mucho. Mi madre oró diligentemente en la Ciencia Cristiana para comprender que el envenenamiento no forma parte de Dios y que, por consiguiente, no podía formar parte de la creación de Dios, el hombre. Mi madre se mantuvo firme a pesar de los pronósticos de un médico amigo de que se debería amputar el brazo para que mi hermano pudiera sobrevivir.

Se pidió ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana y todos oramos para saber que la Mente divina era la única que gobernaba. En tres semanas el brazo había vuelto a lo normal en todo respecto; la curación fue completa.

Esta curación vino a mi mente durante una reciente experiencia, y comprendí nuevamente que “sólo por medio de una confianza radical en la Verdad puede realizarse el poder científico de la curación”, como nos dice la Sra. Eddy en la página 167 de Ciencia y Salud.

Una araña reclusa me había picado encima del ojo izquierdo. Al principio pensé que me había picado una abeja, pero por haber tenido antes esta experiencia advertí que la reacción no era igual. Después de varios días me aparecieron hinchazones en la cabeza y en el cuello. Los síntomas eran alarmantes y, a veces, el dolor era muy agudo. Cuando no nos fue posible resolver la situación inmediatamente, mi esposo llamó a una practicista de una ciudad distante. La practicista supo inmediatamente a qué debía dar tratamiento. La creencia era que el veneno de este insecto ataca al sistema nervioso central. En pocas horas el dolor disminuyó apreciablemente y la hinchazón comenzó a desaparecer.

Oré con mucha diligencia durante esta prueba. Recordé la experiencia de Pablo en la isla de Malta: “.. . una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano.. . Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció” (Hechos 28:3, 5).

Estudié los siete sinónimos de Dios que la Sra. Eddy da en Ciencia y Salud: Vida, Verdad, Amor, Alma, Principio, Mente, Espíritu. También estudié estas palabras que la Sra. Eddy usa para describir al hombre: idea, imagen, semejanza, manifestación, expresión, reflejo, representante. Trabajé con cada una de ellas individualmente, identificándome con ellas. Comprendí que estaba trabajando con conceptos espirituales y que ninguno de estos términos se refería en modo alguno a la materialidad. Declaré una y otra vez que yo no era una mortal, sino que era la imagen, la semejanza, la expresión de Dios. Sabía que no estaba sujeta a ninguna de las llamadas leyes de la mente mortal; sabía que la ley de Dios era la única ley. Declaré vehementemente que yo expresaba todas las maravillosas cualidades que los sinónimos de Dios representaban. Sabía que el mal no tenía poder.

Estoy agradecida de poder decir que me fue posible cumplir mi cargo de Segunda Lectora en una iglesia filial el domingo siguiente a este incidente. Pocos días después se restableció la normalidad por completo y no hubo efectos resultantes.

¡Cuán agradecida me siento porque tenemos esta verdad sanadora en la que podemos confiar! También estoy comprobando que a medida que espiritualizo más y más mi pensamiento por medio del estudio regular de la Biblia y de las obras de la Sra. Eddy tanto mejor me preparo para ayudar al prójimo y tanto más se me pide que lo haga.

Estoy inefablemente agradecida por la bondadosa ayuda que me ha dado mi marido y por los practicistas, quienes siempre están listos y dispuestos para ayudarnos. La instrucción en clase ha sido para mí una fuente de constante inspiración.


Me complace confirmar el testimonio de mi esposa. Las circunstancias de la picadura de la araña ocurrieron tal como ella las ha relatado. Deseo, también, expresar mi agradecimiento por la Ciencia Cristiana. Ha sido mi único médico por muchos años. También he podido resolver problemas de provisión y de empleo mediante la aplicación de las reglas de la Ciencia Cristiana.

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