Relatos de curación
Mi primer testimonio de curación que apareció en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, fue publicado en el Christian Science Sentinel del 29 de julio de 1944. Desde que escribí ese testimonio he pasado por muchas vicisitudes, pero también he tenido muchos triunfos por medio de la resuelta aplicación de la Ciencia Cristiana.
Deseo expresar mi sincera gratitud por todas las bendiciones que he experimentado desde que empecé el estudio de la Ciencia Cristiana hace más de dieciséis años. Por más de tres años había sufrido de un desplazamiento de los discos de la espina dorsal y no podía atender a las tareas de mi casa.
La Ciencia Cristiana llegó a mi vida en una época en que me sentía profundamente desalentado. Durante más de un año había estado a estricta dieta para curarme de gastritis y colitis, y se me había sometido a una operación abdominal exploratoria cuyos resultados no condujeron a nada.
Así como dice el Salmo 40:10: “No encubrí tu justicia dentro de mi corazón; he publicado tu fidelidad y tu salvación; no oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea”. He hablado constantemente de esto en los años que vengo estudiando Ciencia Cristiana, y a menudo se lo he dicho a los amigos en la iglesia en las reuniones testimoniales de los miércoles.
Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, me sentí repentinamente débil y manifesté síntomas alarmantes. Me sometí a radiografías las cuales revelaron que estaba sufriendo de tuberculosis del pulmón izquierdo y dilatación del corazón.
Comencé a estudiar la Ciencia Cristiana porque ésta presentaba una manera de vivir totalmente nueva. Había llegado a un punto en que la vida para mí carecía de sentido.
Sé que si la Ciencia Cristiana no hubiera llegado a mi vida en el momento oportuno, nunca hubiera podido librarme del uso de drogas prohibidas. Por sobre todas las cosas, estoy agradecida de vivir para contarlo.
Quisiera expresar, por escrito, mi sincera gratitud por una curación que tuve por medio de la Ciencia Cristiana en enero de 1972. Esta curación me hizo percibir la voz callada y suave tan pronto como aprendí a abandonar mi renuencia a escuchar.
Cuando una querida amiga me hizo conocer la Ciencia Cristiana, el gozoso y sanador mensaje del Cristo satisfizo todo mi anhelo de conocer la verdad y de poseer un entendimiento más elevado de la vida. Nunca olvidaré la luz de revelación que penetró en mi consciencia cuando comencé a leer el libro de texto, Ciencia y Salud por la Sra.
No hacía mucho tiempo que conocía la Ciencia Cristiana cuando fui a pasar unas vacaciones con mi familia a Mar del Plata. Una mañana en que estábamos en la playa fui nadando mar adentro y, sin darme cuenta, me alejé bastante de la playa.