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Muy a menudo, después de ver una película...

Del número de febrero de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muy a menudo, después de ver una película o una obra teatral, decimos: “Sí, estuvo entretenida, pero muy lejos de lo que ocurre en la vida diaria”. Lo que viven los actores en la ficción es generalmente exagerado, y no realmente creíble, o así pensaba yo hasta que un día me hallé sumergido en una de estas experiencias increíbles.

En aquel entonces ocupaba un cargo importante en un banco local y estaba cumpliendo mi atareada actividad diaria y contestando frecuentes llamadas telefónicas cuando una llamada me detuvo dejándome completamente pasmado. Al escuchar, la voz me informó que tenía a mi esposa y a mi hijo en mi casa amenazados con un revólver y que a menos que yo siguiera las instrucciones que se me darían, mi esposa e hijo serían asesinados inmediatamente. Se me dijo que fuera a la caja de caudales, que sacara todo el dinero disponible y que de ninguna manera avisara a la policía o a nadie en la oficina, pues esto significaría la muerte de mi familia. Cuando tuviera el dinero, debía ir a mi automóvil y allí encontraría instrucciones sobre lo que debía hacer después.

Cuando corté la comunicación, me hallaba en un estado de aturdimiento y me oí exclamar: “¡Dios mío, ayúdame ahora, pues no sé qué hacer!” De inmediato, impelido por el poder de Dios, percibí que los pasos humanos siguientes estaban gobernados por Él. Empecé a juntar algunos formularios verdes que a la distancia podían pasar por dinero, e informé al personal que le dijeran a la policía y a los ejecutivos del banco exactamente lo que había ocurrido. Me dirigí de inmediato al automóvil, haciendo gran aspaviento de que me llenaba los bolsillos con “dinero”. A continuación seguí las instrucciones estipuladas en la nota y salí de la ciudad en dirección al lugar en que debía dejar el dinero, que era una zona desierta, junto a un envase de cartón para leche, marcado con una cruz negra.

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