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Muy a menudo, después de ver una película...

Del número de febrero de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muy a menudo, después de ver una película o una obra teatral, decimos: “Sí, estuvo entretenida, pero muy lejos de lo que ocurre en la vida diaria”. Lo que viven los actores en la ficción es generalmente exagerado, y no realmente creíble, o así pensaba yo hasta que un día me hallé sumergido en una de estas experiencias increíbles.

En aquel entonces ocupaba un cargo importante en un banco local y estaba cumpliendo mi atareada actividad diaria y contestando frecuentes llamadas telefónicas cuando una llamada me detuvo dejándome completamente pasmado. Al escuchar, la voz me informó que tenía a mi esposa y a mi hijo en mi casa amenazados con un revólver y que a menos que yo siguiera las instrucciones que se me darían, mi esposa e hijo serían asesinados inmediatamente. Se me dijo que fuera a la caja de caudales, que sacara todo el dinero disponible y que de ninguna manera avisara a la policía o a nadie en la oficina, pues esto significaría la muerte de mi familia. Cuando tuviera el dinero, debía ir a mi automóvil y allí encontraría instrucciones sobre lo que debía hacer después.

Cuando corté la comunicación, me hallaba en un estado de aturdimiento y me oí exclamar: “¡Dios mío, ayúdame ahora, pues no sé qué hacer!” De inmediato, impelido por el poder de Dios, percibí que los pasos humanos siguientes estaban gobernados por Él. Empecé a juntar algunos formularios verdes que a la distancia podían pasar por dinero, e informé al personal que le dijeran a la policía y a los ejecutivos del banco exactamente lo que había ocurrido. Me dirigí de inmediato al automóvil, haciendo gran aspaviento de que me llenaba los bolsillos con “dinero”. A continuación seguí las instrucciones estipuladas en la nota y salí de la ciudad en dirección al lugar en que debía dejar el dinero, que era una zona desierta, junto a un envase de cartón para leche, marcado con una cruz negra.

Durante el viaje sentí la presencia del Amor divino tan cerca que no sentí pánico ni preocupación por mi familia. Sabía que estaban con el Padre, y que todo esto que ocurría era irreal, y, que sobre todo, estábamos todos bajo el gobierno de la Mente divina en la que debía confiar completamente. La Sra. Eddy nos dice en la página 167 de Ciencia y Salud: “Sólo por medio de una confianza radical en la Verdad puede realizarse el poder científico de la curación”.

Una vez que el “dinero” fue puesto como se me indicó, la nota me exigía que tomara una dirección opuesta a mi casa. Al instante se me indicó claramente que debía dirigirme directamente a casa. Sin el más mínimo titubeo obedecí lo más rápido posible. Las palabras del himno de la Sra. Eddy “ ‘Apacienta mis ovejas’ ” (Christian Science Hymnal, No. 304) me vinieron al pensamiento:

Fiel Tu voz escucharé,
para nunca errar;
y con gozo seguiré
por la senda, audaz.

Ésta era por cierto la senda audaz hacia mi casa. No obstante, no había ninguna sensación de aprensión o de algo que no fuera la expectativa de bien.

Cuando llegué, la policía hormigueaba en el jardín, y allí estaban, en la calzada para autos, mi esposa e hijo viendo sorprendidos lo que ocurría, pues no sabían nada del incidente. Mi esposa había recibido una llamada telefónica que supuso era de la compañía de teléfonos, rogándole que descolgara el receptor por quince minutos. Les expliqué todo a mi esposa y a la policía, y luego regresé acompañado por la policía al lugar donde había dejado el “dinero”. Vimos un automóvil que se alejaba, y el responsable fue aprehendido e hizo confesión total.

Después del arresto se me presentó una sutil sugestión de la mente mortal — de que debía sentirme irritado por la ansiedad y peligro que habíamos padecido. Sin embargo, este pensamiento también fue dominado y substituido por la compasión que sentí por la persona que estaba tan desesperada como para complotar semejante cosa.

Pocos días después compré un ejemplar de Ciencia y Salud, en rústica, y se lo envié a esa persona a la prisión, explicándole en mi carta que yo era Científico Cristiano y que mi liberación de este incidente se la debía enteramente a las verdades contenidas en este libro. Tengo entendido que este hombre lee Ciencia y Salud, y confío que esto le ayude a obtener su curación y libertad.

Estoy más agradecido a Dios de lo que puedo expresar en palabras, quien es “nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1).


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