Hace algunos años me vi enfrentado a un problema comercial. Se trataba de un negocio familiar y del cual yo formaba parte; debía adoptar una decisión para venderlo porque no era compatible con la Ciencia Cristiana. Hubo dudas, temores y postergación para buscar la solución apropiada. El progreso era lento, y pasaron muchos meses sin que sucediera nada.
Entonces comenzaron las complicaciones. El plazo para dejar el local se acercaba. Los dueños no estaban dispuestos a conceder otro plazo. Los planos de construcción en el lugar fueron denegados indefinidamente por el gobierno. En resumen, la situación no podía ser peor para vender el negocio.
Así que decidí confiar en la Ciencia Cristiana sabiendo que sería guiado a hacer lo que debía.
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