Relatos de curación
Nuestro Padre-Madre Dios siempre tiene mucho más bien guardado para Sus hijos de lo que podríamos imaginar o planear para nosotros mismos.
Dios realmente nos ve a cada uno de nosotros maravillosamente creados, nos ve como Sus ideas espirituales, sin defectos o problemas. Es importante que nos veamos a nosotros mismos de la misma manera, como ideas saludables y activas, que expresan siempre a Dios.
Con mucha gratitud, Neha se ha dado cuenta de que no importa qué enfrentemos, recurrir a Dios cambia nuestros corazones.
Debemos permitir que la confianza como la de un niño esté presente en la curación.
Uno podría decir que esta fue una curación muy simple. Pero se trató de una prueba maravillosa de la protección que Dios brinda a Su hijos.
El entendimiento del amor de Dios sana y conocer la cálida y reconfortante presencia del amor de Dios ajusta las cosas que necesitan ser ajustadas. Esto es lo que Heidi ha aprendido especialmente por medio de estas dos experiencias de curaciones.
Como Dios, la Mente divina, es infinito, Su control sobre la acción y el movimiento nunca se detiene y tampoco puede ser limitado. Por lo tanto, es mi derecho y propósito, por ser Su idea, expresar armonía y acción sin restricciones.
Después de una experiencia cercana a la muerte, Emmalee regresó a la Ciencia Cristiana tras pasar muchos años sin practicarla. Por medio del estudio de esta Ciencia, ella encontró curación de condiciones como lapleuritis, la neumonía e infecciones en la vejiga y los riñones. También superó el deseo de fumar habitualmente y de beber ocasionalmente.
Los accidentes no pueden ocurrir en el orden infinito del gobierno espiritual de Dios. Las cualidades espirituales que constituyen nuestro ser verdadero como idea espiritual de Dios son permanentes y están intactas, así que no pueden dañarse o lastimarse, y cualquier condición corporal cede a estas verdades espirituales.
Dar gracias a Dios es muy poderoso. La gratitud afirma y reconoce lo que está sucediendo en este momento. Sabe lo que Dios sabe, y pone en consonancia el pensamiento con la presencia y el poder de Dios, donde no hay lugar para la discordia, de ningún tipo.