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Original Web

Ya no necesito anteojos

Del número de diciembre de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 16 de septiembre de 2019 como original para la Web.


Durante muchos años, mi vista pareció ir declinando; primero para leer y después, para ver de lejos.

Realmente no traté mi vista por medio de la oración y continué eligiendo anteojos de moda que pensaba mejoraban mi aspecto. Luego conseguí un par de lentes que me ayudaban a ver de lejos y a leer. Sin embargo, a principios del año pasado se me cayeron cuando andaba en bicicleta y se rompieron. Como resultado, tuve que volver a ver al oculista, quien me dijo que los lentes no se podían reparar y que pensara en unas £400 (alrededor de US $568 de aquel entonces) para reemplazarlos. En ese momento, no tenía los fondos adecuados para hacerlo, así que decidí no usarlos.

 En aquel tiempo, también estaba trabajando en la tarea de mi asociación de estudiantes de la Ciencia Cristiana, la que consistía en leer por completo Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, como si fuera un “nuevo libro para mí”. Cuando llegué al capítulo “El Apocalipsis”, leí donde cita el versículo 1 de Apocalipsis 21, y realmente me impresionó que San Juan “viera” un cielo nuevo y una tierra nueva: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”.

En su interpretación espiritual de este pasaje, la Sra. Eddy escribe: “¿Mediante qué sentido vino esta visión a San Juan? No mediante los órganos materiales de la vista, porque la óptica es inadecuada para asimilar una escena tan maravillosa… El Revelador (el autor del Apocalipsis) estaba en nuestro plano de existencia, aunque ya contemplaba lo que el ojo no puede ver, aquello que es invisible para el pensamiento no inspirado”.

Ella continúa diciendo: “…el sentido corporal de San Juan acerca de los cielos y la tierra se había desvanecido, y en lugar de este sentido falso estaba el sentido espiritual, el estado subjetivo mediante el cual pudo ver el cielo nuevo y la tierra nueva, que entrañan la idea espiritual y la consciencia de la realidad. …recuerda las palabras de Jesús: ‘El reino de Dios dentro de vosotros está’. Esta consciencia espiritual es, por tanto, una posibilidad presente” (págs. 572, 573–574).

Mientras leía estos pasajes, comprendí totalmente que el sentido espiritual, no el ojo material, fue lo que capacitó a Juan para ver lo que vio. Este sentido espiritual o percepción espiritual está siempre con nosotros porque somos creados por Dios, y sabía que es en lo que podemos apoyarnos para ver y oír, en vez de en el ojo o el oído materiales.

Una noche, un par de semanas después, estaba en la cama y decidí leer una copia vieja y muy usada de la ponencia de una asociación. El papel estaba bastante marrón y delgado y las letras se habían decolorado. Estaba tratando de leer esto cuando pensé que tendría que buscar mis lentes viejos, pero estaban en el otro cuarto, y como era invierno, yo estaba acurrucada en la cama. Entonces pensé en voz alta: “¿En qué estoy pensando? ¡Son puras tonterías!”. Sabía por medio de mi lectura de Ciencia y Salud que el oído y la vista no son sentidos materiales, sino espirituales, y jamás fallan. En aquel momento decidí que la idea de necesitar lentes era una ilusión, y mentalmente rechacé la idea de que el hombre (término que nos incluye a cada uno de nosotros por ser creaciones de Dios) no pueda ver claramente. Decidí que leería toda la ponencia, cinco páginas de material impreso muy pequeño, sin anteojos. Me llevó más de una hora hacerlo. Cuando terminé de leer, me dormí.

Fue unos tres meses después que de pronto me di cuenta de que no había estado usando los lentes para leer, y de hecho, mi visión para ver de lejos era tan buena que podía leer fácilmente los horarios de los trenes en la pizarra electrónica desde el final de la plataforma de la estación.

Yo había estado pensando en el sentido espiritual y que cuando abrimos nuestro pensamiento, somos capaces de comprender la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy por medio de este sentido. Sabía que el sentido espiritual es una expresión de la presencia y el poder de Dios y que esto llenaba mi pensamiento cuando leía la ponencia.

¡Fue una revelación para mí cuando me di cuenta de que no había usado los lentes para leer o para ver de lejos!

Unos ocho meses después de haber leído la ponencia sin anteojos, un oculista local me notificó que necesitaba hacerme un examen de la vista. Cuando fui, mencioné que mi vista estaba mejor, y los resultados de las pruebas lo confirmaron: Mi visión era 20/20, cien por ciento normal para leer y tanto para ver de lejos como de cerca. El oculista pareció estar bastante sorprendido y un poco molesto porque yo no iba a comprar otro costoso par de anteojos aquel día.

Obviamente, estoy muy agradecida porque este reconocimiento de que nuestra vista es un sentido espiritual, no un sentido material, corrigió mi pensamiento, poniendo de manifiesto la verdad acerca del hombre y la visión, y que el hombre no puede de ninguna manera perder sus sentidos debido a las circunstancias o a la vejez.

Kim Radford
Londres, Gran Londres, Reino Unido

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