En el año 2013, durante un viaje a Rusia, mi esposa y yo y algunos amigos cercanos estábamos por unirnos a otros viajeros para comenzar un crucero fluvial de más de 1900 kilómetros desde Moscú hasta San Petersburgo. Nuestra última noche en Moscú incluía un viaje en autobús al centro de la ciudad para ver un espectáculo de música y danza rusa.
Al bajar de la acera cerca de la Plaza Roja, me caí golpeándome fuertemente contra el pavimento. Me sangraba la cara, que estaba muy magullada, pero varias personas que pasaban me dieron pañuelos limpios y toallitas faciales. Muchas verdades respecto al cuidado que Dios me estaba brindando inundaron mi pensamiento, y sentí que aumentaba mi confianza para enfrentar este desafío. Había viajado muchos miles de kilómetros para visitar Rusia, así que le agradecí, pero me negué a aceptar la oferta del guía de llevarme de inmediato en el autobús de regreso al barco.
Durante el show, traté la hemorragia y el dolor con la oración en la Ciencia Cristiana y repetí en silencio “la declaración científica del ser”, de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. La misma incluye estas líneas: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, pues Dios es Todo-en-todo”. Yo sabía que lo que parecía ser muy real de una manera tan agresiva, de hecho, no lo era para Dios. Mi esposa estaba preocupada, pero le pedí que simplemente orara en silencio y disfrutara del espectáculo.
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