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Original Web

Una oración de la niñez trajo curación

Del número de diciembre de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 12 de septiembre de 2019 como original para la Web.


Cuando era niño, mi madre me recitaba todas las noches una oración cuando me iba a dormir. Ayudaba a que me sintiera cerca de Dios y supiera que mi Padre-Madre Dios estaba conmigo, una fuente eterna de vida y amor. Me daba una reconfortante sensación de paz, protección y cuidado.

La oración era un verso de Mary Baker Eddy titulado “El regalo de Año Nuevo de la Madre a los niños pequeños”. Dice así:

Padre-Madre Dios,
       en Tu amor,
 guárdame al dormir,
 guía mis pies al ir 
       de Ti en pos.
(Escritos Misceláneos, pág. 400)

Continué recitando esta oración para mí mismo de joven adulto y con mis campistas cuando era consejero en un campamento de verano de la Ciencia Cristiana. Me pareció muy natural, entonces, compartir esta oración con mis propios hijos cuando crecían. Y una noche, cuando visitábamos a nuestra hija, me sentí feliz al escuchar que ella le recitaba esta oración a su propia hija al acostarla. A nuestras dos nietas les encanta decir esta oración antes de irse a dormir.

Esta sencilla oración también ha sido para mí un tratamiento sanador. Por ejemplo, la referencia a “Padre-Madre Dios” es muy reconfortante cuando nos sentimos ansiosos o tenemos temor al enfrentar ciertos cambios o circunstancias.

En un momento dado, mi esposa y yo decidimos mudarnos de nuestra residencia de 11 años a una casa más cercana a nuestros hijos adultos. Comenzamos todos los preparativos para la mudanza; incluso pusimos en venta la casa. Durante este período, comencé a sentirme frustrado e infeliz. Todo el proceso era agotador e inconveniente. Y en dos ocasiones los compradores cambiaron de idea, lo que causó que nuestra casa se quedara sin garantía.

Traté de orar por la situación, pero además del desaliento y la irritación, comencé a tener congestión y otras molestias físicas. Una noche, cuando me fui a acostar, continué orando y mi pensamiento naturalmente recurrió a esa amada oración.

Afirmé que seguía siendo el hijo de Dios, quien me cuidaba y me amaba, y que la eterna presencia de mi Padre-Madre Dios, por ser el Principio divino, era una ley de salud y armonía para mi familia y para mí. El amor de Dios es lo único que se necesita para sentirse feliz y satisfecho. Mi alegría no dependía de vender una casa o de mudarme a algún nuevo lugar; al ser el hijo de Dios y estar bajo Su cuidado yo ya estaba bendecido y satisfecho siempre. También afirmé que Dios, la Mente divina, cuidaba y guiaba mis pensamientos y me mantenía alerta al hecho de que todo estaba bajo Su control.

La Sra. Eddy escribe: “Sé firme en tu comprensión de que la Mente divina gobierna, y que en la Ciencia el hombre refleja el gobierno de Dios” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 393). Yo sabía que el Cristo, la Verdad divina que Jesús enseñó y probó, siempre estaría conmigo y me “guardaría”. También sabía que el Amor divino estaba guiando “mis pies” —el curso que debía seguir— y proporcionando la comprensión del eterno estado de armonía y paz del Amor. Al ser guiado “en pos” de Dios en oración, podía recurrir a la Biblia. Pensé en este reconfortante versículo de Salmos: “Dios es el que me ciñe de poder, y quien hace perfecto mi camino” (18:32).

Sentí el mismo consuelo infantil por mi esposa y por mí que había sentido cuando oraba esta oración de pequeño; el consuelo de saber que Dios estaba cuidando de nosotros. Mi condición rápidamente comenzó a mejorar, y pronto se produjo la curación. Dormí muy bien esa noche, y las preocupaciones desaparecieron. Sabía que nada podía de ninguna manera frenar, retrasar o suspender la actividad correcta de establecernos en nuestro lugar correcto. Además, sabía que esta casa que nos había bendecido a nosotros ahora bendeciría a otros. Muy pronto después de esto, un tercer comprador compró nuestra casa después de una visita.

Estoy muy agradecido por el poder y la inspiración que pueden venir de esta sencilla y considerada oración que fue el amoroso regalo de la Sra. Eddy para los niños. La misma ha continuado trayéndonos el regalo de la curación y la paz reconfortante a mí y a mi familia.

Rick Onderdonk 
Upland, California, EE.UU.

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