Relatos de curación
Una mañana, durante el primer trimestre de 2015, sentí un dolor en la espalda, pero no me molestó el resto del día. Al caer la noche, el dolor se hizo más intenso, y empecé a darme un tratamiento científico como he aprendido con el estudio de la Ciencia Cristiana.
Hace algunos años falleció mi padre, y este hecho me sumió en una tristeza inmensa. Durante la misma época, quedé embarazada y empecé a tener muy baja autoestima.
Hace algunos años mi esposa y yo concurrimos a una conferencia de la Ciencia Cristiana, de la cual salí convencido de que necesitábamos la forma de vida que esta religión enseñaba. Llegamos a esta conclusión por las expresiones que vimos en los rostros de las personas presentes y por la salud y felicidad que manifestaban, pues pensamos que no habíamos entendido mucho de lo que se había dicho.
Cuando yo era niño, vi cómo mi hermano sanaba de sus piernas arqueadas mediante la Ciencia Cristiana. Tenía las piernas tan curvadas que no se podía parar en ellas.
Hace más de veinticinco años me diagnosticaron un tumor interno grande e incurable. Con mucha amabilidad, mi médico por último me informó que la ciencia médica ya no podía ayudarme, y que posiblemente me quedara un año o año y medio de vida.
Supe de la existencia del libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy a través de una sobrina. Ella me dijo que lo había escrito una señora que sanaba como Jesucristo, y de inmediato quise adquirirlo.
Yo era un estudiante en la Universidad de Lomé cuando descubrí la Ciencia Cristiana a través de un programa de radio llamado la Curación espiritual hoy, que se emite todos los viernes en Radio Lomé. Este programa es producido por Radio Kinshasa, y auspiciado por La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana.
En abril del año pasado, poco después de regresar de un viaje, mi hijo de doce años empezó a tener síntomas que parecían ser de fiebre del dengue. Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana y le pedí que nos ayudara a encontrar curación con la oración.
Varios años atrás, descubrí que mi esposo tenía otra relación y otra familia. A causa de ello tuve una profunda depresión.
Las palabras de Cristo Jesús siempre eran muy claras, precisas y poderosas. Esto se debe a que expresaba la palabra de Dios.