Relatos de curación
A mediados de octubre de 2011, mi hija, que en aquel entonces tenía cinco años, se cayó de una silla, golpeándose la parte de atrás de la cabeza contra la esquina de la mesa. Mi esposa me llamó para contarme lo que había pasado, y me dijo que la cabeza de la niña estaba sangrando.
Nuestra excursión por el norte de España comenzó estupendamente, con largas caminatas a través de unos paisajes hermosos, y mucha gente bondadosa a lo largo del camino. Sin embargo, después de unas dos semanas, me empezó a doler el centro del pie derecho.
Durante varios años, fui una persona muy solitaria, y a pesar de que tenía logros y trabajaba muy bien, no me sentía satisfecha con mi vida. Había algo que no me dejaba ser feliz.
Por más de veinte años he sido profesora de francés y portugués en un programa de educación profesional respaldado con fondos de la Comunidad Europea. Durante años, las leyes del Ministerio de Educación de Portugal determinaron que los estudiantes de cursos de enseñanza profesional tendrían pagos todos los gastos incondicionalmente, lo cual contribuía a que hubiera serios problemas de indisciplina en las escuelas.
Llegar a ser Científica Cristiana es lo mejor que me ha ocurrido. Ya hace ocho años que estudio la Ciencia Cristiana, y me ha ayudado a comprender y conocer mejor a Dios.
Un día, cuando me estaba quedando en una de las grandes ciudades de mi país, tuve una demostración del maravilloso poder de protección que rodea a los hijos de Dios. Ocurrió lo siguiente.
He estado estudiando y practicando la Ciencia Cristiana desde que tenía catorce años. Mi esposo la conoce y la utiliza sólo cuando la necesita.
Siempre me ha gustado viajar para conocer otros países y regiones. A la gente que viaja, a menudo, le fascinan las maravillas de la naturaleza y los hermosos paisajes, pero para mí lo más importante siempre han sido las conexiones e interacciones con otras personas.
Doy gracias a Dios por la inspiración que siento de compartir una curación y un problema resueltos como resultado del genuino amor por nuestro prójimo. La curación ocurrió en Soyo (provincia de Zaire, Angola) en 1998.
Conocí la Ciencia Cristiana cuando tenía 20 años. En aquel entonces sufría de una depresión muy profunda porque me sentía sola.