Relatos de curación
Tengo tres niños, y siempre me siento muy feliz de hablarles acerca de Dios. Me da una sensación de paz.
Yo practico un deporte que se llama “paddle”, algo parecido al tenis. La diferencia es que la cancha tiene paredes alrededor y se juega generalmente en dobles.
A mediados del año 2012, me apareció una ampolla en el pie izquierdo, y empezó a infectarse. Mi familia no estudia la Ciencia Cristiana y me pidió que fuera a ver a un médico, quien declaró que la condición era muy seria.
Es con un corazón lleno de gratitud a Dios, nuestro Padre-Madre, a nuestro Maestro, Cristo Jesús, y a nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, que quiero hablar acerca de cómo hemos sido bendecidos mi comunidad y yo. Estoy muy agradecido por el Consolador prometido por el Maestro, que es la Ciencia Divina (véase Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág.
En nuestra familia, hemos tenido muchas pruebas de lo práctica que es la Ciencia Cristiana. Nos hemos apoyado completamente en ella para criar a nuestros hijos, y podría llenar hojas enteras con las pruebas maravillosas del cuidado que Dios nos brinda en forma de curaciones y protección contra todo daño.
Un día, en 2013, empecé a sentir picazón en la planta de los pies, me dolía el cuerpo y me sentía cansado. En el pasado, había sido sanado físicamente por medio de la oración de acuerdo con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, por eso recurrí al tratamiento metafísico para poder liberarme de esas sensaciones.
Unos días antes de viajar a Brasil para asistir a una reunión de asociación de la Ciencia Cristiana, sufrí una caída en la calle, y me torcí severamente el tobillo. El dolor era muy intenso y me quedé unos minutos inmovilizada.
En mayo de 2015, por primera vez en años, participé en un prolongado ejercicio de entrenamiento en preparación para un curso de patines en línea. De pronto sentí dolor en la rodilla izquierda.
En el verano, decidimos ir de vacaciones con varios miembros de nuestra familia a Carmelo, una pequeña y tranquila ciudad del interior de Uruguay. Esto nos permitiría descansar y compartir juntos unos días.
Es con mucha alegría que expreso mi gratitud por la Ciencia Cristiana, por todas las bendiciones recibidas, por cada curación que tuve y por haber sido protegido muchas veces. En 1967 empecé a sufrir de dolores de cabeza y de estómago.