Escribo para expresar mi gratitud por una curación en la Ciencia Cristiana de cálculos renales. En nuestra familia hubo varios casos de esta dolencia. Mi madre, mi padre y mis dos hermanas menores hablaban sobre los síntomas, los tratamientos médicos y la prolongada duración de esta afección.
Un viernes por la tarde comencé a experimentar los síntomas, incluso con un dolor angustiante, que coincidían plenamente con los mencionados por los miembros de mi familia, y que yo nunca antes había experimentado. Inmediatamente recurrí a la Biblia y a Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, porque sentía que esta situación requería un tratamiento metafísico directo y específico. Para apoyar mi oración, escribí citas que me ayudaron a calmar mi pensamiento.
Por ejemplo, en Ciencia y Salud, en el capítulo “La práctica de la Ciencia Cristiana” encontré esta referencia del juicio alegórico de un hombre “acusado de haber cometido el delito de dolencia hepática” (pág. 430). “No tenemos ningún juicio por enfermedad ante el Tribunal del Espíritu divino. Allí, el Hombre es considerado inocente de transgredir las leyes físicas, puesto que no hay tales leyes” (págs. 441–442). De esto, acepté el hecho de que era inocente y que no podía ser esclavo de enfermedades de ningún tipo.
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