Cuando me enteré de que podría asistir nuevamente a mi reunión de asociación de la Ciencia Cristiana (después de seis años de ausencia), me sentí muy feliz. Esta reunión es una asamblea anual de los alumnos de la maestra de Ciencia Cristiana con quien había tomado un curso de instrucción de dos semanas en esta Ciencia. Estas reuniones siempre refuerzan lo que hemos aprendido acerca de Dios y nos ayudan a ver las cosas espiritualmente.
Mi maestra celebra sus reuniones de asociación en Los Ángeles, y yo tendría que viajar muchas horas por avión a los Estados Unidos. Así que empecé a preocuparme mucho. Mi visa de los Estados Unidos estaba vencida, y tendría que solicitar una nueva en la Embajada de este país en Yakarta. Mi mente recordó enseguida la experiencia que había tenido cuando había solicitado esa visa la última vez para poder viajar desde mi casa en Indonesia a California, a fin de tomar el curso de dos semanas sobre la curación en la Ciencia Cristiana.
En aquella ocasión, cuando entré por la puerta de la embajada en Yakarta, parecía una zona de guerra. Los guardias portaban montones de armas. Con un tono muy autoritario nos dijeron a todos los solicitantes: “Pongan todas sus pertenencias aquí”. Cada uno de nosotros estaba bajo vigilancia y nos hicieron sentar en un área al aire libre mientras esperábamos que nos llamaran para una entrevista personal. Los entrevistadores nos hicieron preguntas para averiguar si estábamos tratando de comprar mercancías o vivir en los Estados Unidos, preocupados de que no regresáramos a nuestro país.
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