Editoriales
No hay nada que pueda detener el amanecer de la Verdad en la consciencia humana y en nuestra práctica individual de la Ciencia Cristiana.
Las genuinas palabras de aprecio o las tiernas expresiones de perdón pueden reflejar el amor de Dios que habita en nuestros corazones; pueden hacer que el que las recibe se sienta envuelto en el Amor de Dios, y traer curación. Este es nuestro regalo más grandioso.
La influencia divina de la gracia habilita a la consciencia humana para trascender los deprimentes puntos de vista de la vida y experimentar la realidad divina.
Cuando batallamos honestamente contra las percepciones materiales llenas de temor e ira acerca de los demás, podemos confiar en que cada victoria llegará más allá de nuestras propias vidas con un efecto sanador.
Obtener una perspectiva más espiritual disipa el temor al despertar nuestro pensamiento para que seamos testigos del bien que ya está a nuestro alcance.
Es natural ayudar a los demás a ser libres al comprender y experimentar esta presencia divina liberadora
Nunca es demasiado temprano o demasiado tarde como para vivir y amar de acuerdo con nuestra verdadera identidad divina. Esta forma generosa de vivir sirve para elevar la norma moral para nuestras familias y para el mundo.
Cuando con firmeza nos acercamos a Dios —centrando nuestra atención en Su bondad y poder atractivos y activos— continuamos siendo testigos de la vitalidad del Cristo, el poder de Dios en la vida humana, en todas nuestras experiencias en la iglesia. Mantenemos grande la Iglesia, por así decirlo.
No hay nada que pueda detener el amanecer de la Verdad en la consciencia humana y en nuestra práctica individual de la Ciencia Cristiana.
El Amor divino nos convoca a ver que estamos inseparablemente unidos a una capacidad y bien ilimitados. Esto brinda descanso a nuestras almas, confianza para realizar nuestras tareas y alegría para enfrentar cada día.