
Editoriales
Es nuestro Padre-Madre Dios, nuestro divino Progenitor, quien pone orden en nuestro horario; da protección a nuestros hijos; y brinda calma, fortaleza y curación a cualquier desafío que podamos enfrentar.
La verdadera resiliencia se basa en el hecho espiritual de que Dios es nuestro Progenitor divino, quien nos ha otorgado gracia y favor a cada uno de nosotros.
Al comprender a Dios como Vida y Amor divinos, y a nosotros como Sus hijos amados, nos vemos a nosotros mismos y a los demás como la expresión completa de las cualidades divinas. Encontramos la fortaleza para exigir justicia, igualdad y libertad.
El odio parece tener raíces profundas en la historia humana; no obstante, el Amor divino que se refleja eternamente en el hombre lo destruye.
La Ciencia Cristiana revela que, en lugar de ser fusiones de lo físico y lo espiritual, por ser creaciones de Dios permanecemos en el estado del ser completamente espiritual y puramente bueno que Dios, desde el principio y permanentemente, provee para nosotros.
El poder sanador no está con nosotros personalmente; proviene del Principio divino del universo, Dios, y todo aquel que comprenda a Dios puede liberarse de las limitaciones materiales en su propia experiencia.
Tal vez sientas que tu Navidad está demasiado llena de actividades o expectativas después de la tan disminuida Navidad del año pasado, o demasiado llena de cuestionamientos acerca de si es conveniente celebrarla bajo la sombra de la continua incertidumbre. O quizá tus festividades no están lo suficientemente llenas, porque estás a la espera de una invitación para reunirte con amigos o familiares.
Nada es tan satisfactorio como comprender esta “Navidad eterna” de la completa supremacía de la Mente sobre la materia. Nos permite sanarnos a nosotros mismos y a los demás, y arroja la luz espiritual necesaria sobre los problemas apremiantes del mundo en general.
La vida es una: es espiritual, está en Dios y es de Dios aquí, ahora y siempre. Saber esto nos lleva más allá del dolor, hacia la gratitud por la vida espiritual continua de miembros de la familia o amigos que han fallecido.
Vivimos en una época fértil para las redifiniciones, ya que nos vemos obligados a repensar cuestiones importantes, incluso universales, a escala mundial. Así es como puede ayudar la oración en la Ciencia Cristiana.