Durante décadas, el número de hogares británicos que poseen Biblias ha disminuido. Pero, según un librero cristiano en línea que habló con el Financial Times, 2020 vio un “fuerte impulso” en las ventas de las Escrituras promovidas por la pandemia (Peter Chapman, “The home in 50 objects #33: King James Bible”, March 5, 2021).
Estas son buenas noticias. Pero comprar una Biblia es sólo el primer paso. Reflexionar sobre su mensaje es el siguiente paso crucial. El tercer paso es el mejor de todos, cuando comprendemos con gratitud su significado como lo hicieron dos de los primeros seguidores de Jesús. Al recordar la caminata con él rumbo a un pueblo llamado Emaús, dijeron: “¿No resplandecía nuestro corazón cuando estaba con nosotros en el camino y cuando nos explicaba las Escrituras?” (Lucas 24:32, J.B. Phillips, The New Testament in Modern English).
Literalmente no podemos caminar con Jesús hoy en día. Pero nuestros corazones todavía resplandecen de gratitud cuando progresamos, incluso modestamente, en nuestra comprensión de todo lo que Jesús enseñó. Él mismo prometió que vendría un Consolador —“el Espíritu de verdad”— que, según dijo, “dará testimonio acerca de mí” (Juan 15:26).
En 1866, después de muchos años de tratar de comprender cómo había sanado Jesús, Mary Baker Eddy descubrió una comprensión científica de Dios que ella reconoció cumplía con esta promesa del Consolador. Un momento crucial en el descubrimiento de esta Ciencia divina fue cuando ella reflexionó sobre una de las curaciones de Jesús, lo cual le brindó una nueva claridad acerca de la naturaleza de Dios. La Sra. Eddy vio que todo era, como ella dijo, “la Vida en el Espíritu y del Espíritu; siendo esta Vida [Dios] la única realidad de la existencia” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 24).
Esta vislumbre de la unicidad del Espíritu infinito la restauró de las heridas sufridas en un accidente y esclareció cómo sanar a los demás, y ella hizo buen uso de este conocimiento al hacerlo. Lo que aprendió se cristalizó como el descubrimiento de la Ciencia Cristiana.
Los escritos de la Sra. Eddy muestran que las ideas sanadoras impregnan las páginas de la Biblia, no como una comprensión mística o un código secreto. Podría decirse que lo que ella descubrió fue el significado evidente de la Biblia. Cuando leemos las Escrituras con el sentido espiritual, que es innato en todos, lo que parecía oculto al sentido material opuesto sale a la luz. A saber, que el hecho de que el Espíritu es la única causa y creador significa que la existencia material es una percepción errónea de nuestra identidad espiritual. La Biblia ilustra cómo este materialismo cede a nuestra identidad como descendencia del Espíritu, al efecto sanador, cuando la realidad espiritual que Jesús conocía, amaba y probaba se vuelve clara en nuestro pensamiento.
La Sra. Eddy una vez identificó que su obra escrita principal, el libro de texto de la Ciencia Cristiana, seguía los pasos de Jesús al aclararnos las Escrituras. Ella dijo del pueblo judío: “Él predicaba en sus sinagogas leyendo las Escrituras y explicándolas, y Dios ha dado a esta era Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras para dilucidar Su Palabra” (Mary Baker Eddy a Ruth B. Ewing, March 18, 1895; L08514, The Mary Baker Eddy Library; © The Mary Baker Eddy Collection).
Nuestros corazones no pueden menos que resplandecer cuando la Biblia es iluminada de esta manera. Es decir, cuando un sentido espiritual de las Escrituras nos eleva para reconocer la verdad de la Palabra de Dios, capacitándonos para distinguir entre los pensamientos espirituales y las percepciones y creencias materiales. Al aceptar los primeros y rechazar las segundas, se producen la curación y la reforma del carácter como resultado.
Cada historia y versículo de la Biblia nos puede inspirar a cada uno de nosotros de manera diferente, e individualmente a menudo vemos cosas nuevas en el mismo pasaje en diferentes momentos. La belleza de estas verdades bíblicas es que nos tocan de una forma que nos ayuda de manera única a despertar, y nos mantienen despiertos, a la naturaleza amorosa y bondadosa de Dios, y a las cualidades espirituales que nos constituyen como seres espirituales a semejanza del Cristo.
Por ejemplo, al leer cuando David vence a Goliat, podríamos pensar que el gigante representa la depresión, el temor o la sensualidad que se cierne sobre nuestra consciencia, paralizando nuestro progreso. Entonces las palabras de David se convierten en un faro para nosotros: “Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en nombre del Señor de los Ejércitos Celestiales, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado” (1 Samuel 17:45, NTV).
Esto también podría inspirarnos a vislumbrar la impotencia de los pensamientos que parecen negar la totalidad de Dios como la Mente infinita, la verdadera fuente de nuestro pensar. Ver que toda mentalidad opuesta a la Mente es una imposición, afirmando falsamente que socava nuestra unidad eterna con Dios, nos da poder para afirmar y aceptar la libertad de nuestra mentalidad espiritual que reflejamos de Dios.
O podríamos ver que el mar en el que Jonás fue arrojado representa un mar de dudas en el que nuestra inspiración parece ahogarse. Sin embargo, aprendemos que la mismísima cosa que pareció sellar el destino de Jonás — fue tragado por “un gran pez” (Jonás 1:17)— en realidad facilitó que él cediera a Dios. Y lo impulsó desde las aguas de vuelta a tierra y nuevamente de camino a cumplir con su llamado.
Una percepción espiritual de las Escrituras también puede ocurrir con pasajes bíblicos menos dramáticos. Cuando luchaba con los síntomas de la gripe, un colega abrió la Biblia al azar con la esperanza de obtener inspiración sanadora, pero se encontró con una genealogía de una página de largo. Al principio, esto no parecía ni inspirador ni sanador. Pero de repente se le ocurrió que una genealogía registra la creencia del linaje mortal y material. Comprendió que en realidad lo contrario era cierto. Cada uno de nosotros desciende únicamente del Espíritu, no de la materia, de modo que él era espiritual, no material, sano, no enfermo. Con esta idea, los síntomas de la gripe desaparecieron.
Las malas interpretaciones materiales de las Escrituras ocultan para muchos la idea fundamental de la Biblia acerca de la totalidad de Dios, del Espíritu, limitando así su experiencia de su impacto sanador. No obstante, la Biblia misma promete que “los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas” (Isaías 29:18). Aquellos que anhelan comprender el significado del Cristo revelado a través de un sentido espiritual de la Biblia lo encontrarán. (Un ejemplo inspirador de esto es el artículo “A deeper love for Jesus, an understanding of Christ,” by Brandon James O’Neil, Christian Science Sentinel, September 28, 2020.)
Puesto que el Día Internacional de la Biblia se conmemora en todo el mundo este noviembre, y el Día de Acción de Gracias coincide con la Semana Bíblica Nacional en los Estados Unidos, podemos estar agradecidos por cada ejemplar de las Escrituras. Y por cada Escritura fielmente escudriñada. Y podemos estar especialmente agradecidos porque la Ciencia Cristiana aclara el significado espiritual de la Biblia, revelando que el Cristo sanador y salvador está siempre presente para hacer que nuestros corazones resplandezcan de gratitud a Dios.
Tony Lobl
Redactor Adjunto
