Editoriales
¿Cuánto estamos nosotros, como Científicos Cristianos, reconociendo que no pertenecemos simplemente a una pequeña iglesia o denominación religiosa, sino a una gran Causa? Y ¿cómo y porqué es nuestra ayuda tan urgentemente necesaria ahora?
El estar dispuestos a pensar por nosotros mismos desde una base más espiritual y no ser influenciados por intereses externos egoístas, proporciona un fundamento a partir del cual orar sinceramente y descubrir qué es verdad y beneficioso para nuestras propias vidas, así como para el progreso de la sociedad.
Contrario a la opinión de la voluntad y el ego humanos, la verdadera individualidad no se pierde, sino que se encuentra al acercarnos a Dios.
Cuando nos expresan amor, sentimos dentro de nosotros mismos el poderoso impulso de expresar bondad, especialmente cuando es la expresión de ese Amor divino que ve más allá de la personalidad humana imperfecta, y contempla la bondad pura que caracteriza nuestra identidad real como reflejos puros de Dios. Mary Baker Eddy sintió ese amor puro de Dios expresado a través del amor de su madre, mediante su estudio de la Biblia, y especialmente mediante el ejemplo y las enseñanzas de Cristo Jesús.
¡Qué descubrimiento importante es comprender que todos debemos “vivir, no [podemos] morir”, y que todos podemos experimentar la resurrección esta Pascua y todos los días!
La Ciencia Cristiana nos muestra la certeza de la infalible bondad y gracia de Dios, y nos da la habilidad de orar para comprender esto mejor, no solo para nosotros mismos, sino también para nuestras comunidades.
Para comprender lo que Dios conoce, necesitamos saber qué es Dios, y qué hace. Entonces podemos amar verdaderamente a Dios con todo nuestro ser, y amarnos a nosotros mismos y a otros como Dios nos ama.
Parece haber un despertar en el pensamiento en lo que se refiere a comprender la curación, y es un cambio de una base material a una base espiritual.
El obsequio que Dios nos da del Cristo, la Verdad, es un regalo que todas las personas pueden recibir y compartir.
La sinceridad de nuestra gratitud solo puede medirse por la plenitud con que expresamos nuestra gratitud en la forma como vivimos.