
Editoriales
Jesús les dijo a sus seguidores que investigaran las Escrituras para ver su significado espiritual y práctico.
Nuestro pensamiento se espiritualiza cada vez más cuando estamos en comunión con Dios —con la Verdad y el Amor— y esto nos prepara para discernir entre la verdad y la falsedad en todos los aspectos de la vida y las comunicaciones humanas.
Su corazón estaba lleno del amor de Dios y de la comprensión de que Su amor se manifestaba plenamente en aquellos que eran reformados y sanados a través de su compasión y sus oraciones.
A medida que confiamos en la inspiradora guía de Dios y nos esforzamos por percibir que Él es constantemente bueno y amoroso, nuestro pensamiento se eleva por encima de la interpretación limitada de las cosas e impulsada por las emociones.
La Ciencia Cristiana enseña lo que Jesús probó: que como todos somos los hijos de Dios, tenemos la capacidad innata de comprender a Dios y podemos seguir al Cristo, hasta cierto grado, al vencer el pecado, la enfermedad y la muerte.
Estar agradecidos por las cosas simples que tal vez estemos dando por sentado —y expresar bondad y amor al hacerlo— cultiva un corazón agradecido, la tierra que trae una cosecha abundante de bien a nuestras vidas.
Nuestro progreso hacia la igualdad es el resultado inevitable de comprender las verdades eternas.
¿Cuánto estamos nosotros, como Científicos Cristianos, reconociendo que no pertenecemos simplemente a una pequeña iglesia o denominación religiosa, sino a una gran Causa? Y ¿cómo y porqué es nuestra ayuda tan urgentemente necesaria ahora?
El estar dispuestos a pensar por nosotros mismos desde una base más espiritual y no ser influenciados por intereses externos egoístas, proporciona un fundamento a partir del cual orar sinceramente y descubrir qué es verdad y beneficioso para nuestras propias vidas, así como para el progreso de la sociedad.
Contrario a la opinión de la voluntad y el ego humanos, la verdadera individualidad no se pierde, sino que se encuentra al acercarnos a Dios.