Editoriales
Para comprender lo que Dios conoce, necesitamos saber qué es Dios, y qué hace. Entonces podemos amar verdaderamente a Dios con todo nuestro ser, y amarnos a nosotros mismos y a otros como Dios nos ama.
Parece haber un despertar en el pensamiento en lo que se refiere a comprender la curación, y es un cambio de una base material a una base espiritual.
El obsequio que Dios nos da del Cristo, la Verdad, es un regalo que todas las personas pueden recibir y compartir.
La sinceridad de nuestra gratitud solo puede medirse por la plenitud con que expresamos nuestra gratitud en la forma como vivimos.
¡La armonía eterna es un paisaje increíble como para perdérselo! De manera que vale la pena mantener la guardia contra la opinión falsa de que la vida material es la naturaleza de nuestra existencia.
Cuando nos plantamos —mantenemos firme nuestra consciencia— en la comprensión de la omnipotencia de la Verdad, las corrientes de pensamientos erróneos muy pronto se extinguen, entonces la estabilidad y la quietud de la Verdad reinan en el pensamiento y en la experiencia.
El amor de Dios por nosotros desborda, abriendo nuestros corazones para que nos amemos unos a otros.
Si usted y yo nos paráramos a la orilla del mar, podríamos sentir el frío del agua salada sobre nuestros pies descalzos. O bien, observar cómo las suaves olas desmoronan los restos de un castillo de arena cercano.
El Manual de la Iglesia, por Mary Baker Eddy, incluye una sección titulada “La oración en la iglesia”. Se encuentra cerca de otras secciones fundamentales, como son “Una Regla para móviles y actos”, “Cristo Jesús, el Ejemplo”, “La oración diaria” y “Alerta al deber”.
La novela clásica de Charles Dickens Historia de dos ciudades [ A Tale of Two Cities ] abre con las palabras: “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos…la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada.