Editoriales
La enseñanza de la naturaleza de Dios, el Principio divino, constituye la base de la Christian Science Nombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”.
Entre los problemas sin solución que hoy en día traen el sufrimento a la humanidad, hay unos cuantos que pueden atribuirse a nuestra creencia de que la solución depende del pensamiento de alguna otra persona pero no del nuestro. Oímos que la guerra amenaza al mundo, porque existen individuos que creen que sus métodos de gobierno son mejores que los nuestros.
La respuesta a esta pregunta no es difícil de comprender intelectualmente, pero la profundidad de su significado se revela al pensamiento humano sólo a medida que nos comprometemos a responder a sus obligaciones y permitimos que ellas gobiernen todo nuestro pensamiento. Para hacer esto se requiere una apreciación espiritual y religiosa de la sencilla respuesta que ofrece la Christian Science Nombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens).
La Christian Science Nombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”.
La vida de Cristo Jesús impresiona por el hecho de que él constantemente daba pruebas del gobierno universal de Dios. A pesar de que estaba viviendo bajo la autoridad de una nación extranjera, enfrentado por las sugestiones del pecado y la mortalidad, rodeado de enemigos, traicionado por amigos y crucificado por el rechazo de su propio pueblo, Jesús jamás dejó de probar que al final de cuentas Dios lo gobierna todo.
Aquellos que reciben al Cristo sienten el impulso de expresarle. Este impulso es más que un ansia humana; es el reflejo del poder salvador y sanador del Amor divino que se manifiesta a través del individuo.
Nuestra manera de pensar tiene mucho que ver con nuestra experiencia, tan es así que hasta puede decirse que determina lo que será nuestra vida. Cuanto más correcto sea nuestro modo de pensar y cuanto más corresponda con la realidad, tanto más armoniosa y constructiva será nuestra vida.
La compasión de Dios abraza a todos. Nadie se halla fuera del radio infinito de la comprensión y la misericordia del Amor divino.
El amor por la libertad es innata a la naturaleza humana. La historia de las naciones, o más bien dicho, de la civilización misma, presenta un relato continuo de las repetidas luchas y conflictos que señalan los esfuerzos hechos por las naciones y los individuos para asegurar su derecho a la libertad.
Cuando Dios llamó a Moisés para que librara a Israel de la esclavitud al Faraón en Egipto, le dijo (Exodo 3:14): “YO SOY EL QUE SOY”; y con énfasis añadió: “Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado a vosotros. ” Sólo Dios es capaz de describirse, definirse e interpretarse a sí mismo con exactitud.