Editoriales
Mediante su descubrimiento de la Christian Science Nombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es "Ciencia Cristiana".
Cuando Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, percibió la distinción entre la realidad y la irrealidad, inició una revolución espiritual en la consciencia humana. Postrada en cama por los efectos de un accidente que ni la medicina ni la cirugía podía curar, ella se puso a leer la Biblia y ganó una convicción espiritual de que Dios, la Mente divina, es la causa de todo ser real, y que todo lo que no es semejante a la Mente, no es real.
Mary Baker Eddy declara en el Manual de La Iglesia Madre (Art. XXIII, Sección 10): “En la Christian Science cada iglesia filial es netamente democrática en su forma de gobierno, y ninguna persona ni otra iglesia debe inmiscuirse en sus asuntos.
La Christian Science rechaza el cuadro material de la creación como falso concepto del universo perfecto y único, creado por el Dios que es Espíritu. Esta Ciencia revela que el universo verdadero es invisible a los sentidos corporales o físicos.
Cristo Jesus hizo más que declarar que la vida del hombre es eterna; él vivió esa verdad. El exhibió la vida real tanto en su esencia como en su indestructibilidad.
“El Rey no puede hacer mal,” dice un axioma de jurisprudencia a que dió lugar el establecimiento de la autoridad temporal del soberano. Esta doctrina de la infalibilidad del que rige o gobierna no hace más que declarar el concepto falsificado de la divina autoridad absoluta, atributo exclusivo de Dios.
En su mensaje de Resurrección a La Iglesia Madre en la pascua de 1902, dijo Mary Baker Eddy ( The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 155): “Ojalá que esta alegre mañana de Resurrección encuentre a los miembros de esta querida iglesia disfrutando de una paz pura, un gozo fresco, una clara visión del cielo aquí,— el cielo dentro de nosotros,— y una consciencia ya despierta a lo que es el Cristo resucitado.
“Es ya hora que despertemos del sueño,” l!y amonestaba Pablo en su epístola a los Romanos (13:11), declarando además: “La noche está muy avanzada, y el día se acerca; desechemos pues las obras de las tinieblas, y pongámonos las armas de la luz. ” Es evidente que con ese llamado Pablo instaba a la gente a que despertara espiritual- mente y se pusiera la armadura inexpugnable de Dios, defensa segura contra el mal.
Hay algo que mueve a curiosidad en la etimología de la palabra apatía. Aunque se le define comunmente como “dejadez, indolencia, falta de energía,” la etimología griega refiere eso a los propios sentimientos e intereses de quien a ella se preste estupefacientemente — mientras no lo despierte el sufrimiento.
Muchos consideran que lo que sucedió ayer, o hace años, es lo que ha causado pobreza, enfermedad y los dolores físicos o mentales actuales. Y pensar en lo que pueda ocurrir mañana infunde a los hombres temor, malestares e infelicidad.