¡Cuán grande es la bondad de Dios! Él es el Amor divino, y con ilimitada generosidad vuelca dones espirituales sobre todos Sus hijos en abundancia inimaginable. Aun cuando esto pueda parecer quimérico a los millones de seres que padecen hambre en el mundo, ésta es la realidad. Dios, el bien infinito, satisface abundantemente las necesidades de todo lo que crea.
No hay en la tierra seres más obviamente satisfechos y completos que aquellos que están conscientes del abundante amor del creador divino para con Su creación espiritual y tienen confianza en el cuidado que Él les dispensa. Nadie es más bendecido en sus relaciones con los demás que aquel que reconoce las señales de la afluencia de Dios manifestándose en su vida y las agradece. Nadie goza con mayor regularidad de un estado saludable que aquellos cuyos pensamientos están perpetuamente colmados de gratitud por la comprensión de que Dios mantiene a todos Sus hijos en perfecta paz, gobernados por la ley de la armonía.
En algunos países se ha hecho tradicional designar ciertos días del año como una ocasión para dar gracias. En esos días por lo común se expresa especial gratitud por una cosecha abundante y por otras pruebas del cuidado divino manifestadas durante el año. En esos días nacionales de Acción de Gracias millones de personas alaban a Dios de todo corazón y Le gracias por las bendiciones recibidas y por las que no dudan recibirán. De esta manera abren de par en par las puertas de la abundancia divina y se preparan para que una evidencia aún mayor de la bondad de Dios fluya abundantemente en sus vidas hasta “que no haya donde quepa”, Mal. 3:10 (según Versión Moderna); como nos lo dice la Biblia.
Cuando la gratitud que se expresa en cualquier momento hace que el bien espiritual fluya abundantemente en la experiencia de un individuo, la bendición se manifiesta ampliamente en la generosidad que el individuo se ve impulsado naturalmente a expresar. El profeta Ezequiel presenta a Dios diciendo: “Haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán”. Y añade: “Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto”. Ezeq. 34:26, 27;
El dar es natural para quienes reconocen con gratitud que Dios está continuamente proveyendo más de lo que pueden nunca desear o necesitar. Es fácil compartir una copa que rebosa. Las bendiciones espirituales que recibimos copiosamente se pueden distribuir con liberalidad sin que experimentemos merma. Si en algún momento nos sentimos renuentes a impartir las ideas espirituales que Dios nos da, el flujo de bondad que recibimos del Amor divino tal vez parezca disminuir y eventualmente cesar. Pero, en verdad, uno no puede ni acumular ni dejar de expresar las buenas cualidades que Dios imparte. Por su propia naturaleza tienen que impartirse. Son cualidades activas, la expresión del Espíritu divino. Jamás pueden estancarse. Al mencionar dos de estas cualidades, la Sra. Eddy dice: “La bondad y la benevolencia nunca se cansan. Se mantienen a sí mismas y mantienen a otras y nunca cesan por agotamiento”. Y luego agrega: “Quien teme ser demasiado generoso ha perdido el poder de ser magnánimo”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 165;
La gratitud y la generosidad van de la mano. Aquel cuyo corazón rebosa de gratitud a Dios por Su abundante bondad será siempre generoso con su prójimo. Estará pronto a manifestar sin medida su compasivo e infatigable interés dando de su tiempo y paciente solicitud así como también de sus posesiones. Y estará pronto a perdonar.
El individuo magnánimo es caritativo y bondadoso. Piensa bien de los demás y no sólo presume que son inocentes hasta que se compruebe su culpabilidad, sino que les da el beneficio de la duda. Es abnegado y desconoce la envidia y los celos. No es cínico sino sencillo, no sospecha de los motivos y actos de los demás, sin embargo, frente a las execrables intrigas que contra él traman aquellos con motivos menos dignos, se encuentra bien protegido con la sabiduría y la percepción que Dios le otorga.
En el pensamiento de aquel cuya copa rebosa de gratitud por las bendiciones espirituales de Dios no hay lugar para la conmiseración propia o el resentimiento. Mira hacia delante con expectación, no hacia atrás con pesar o recriminación. Se regocija en la abundancia de su crédito espiritual en vez de lamentarse por los débitos pendientes. Y no tiene obligaciones sin cumplir para con terceros porque en su gratitud por las bendiciones ya recibidas comparte espontáneamente su abundancia con su prójimo.
Expresar desbordante gratitud a Dios es terapéutico. Elimina las feas cicatrices de las calamidades mortales del pasado, expele los ásperos y dolorosos sentimientos ocultos en los oscuros rincones de la memoria, echa fuera las penas de una historia desdichada hasta que en la consciencia humana no quedan pensamientos negativos que se puedan objetivar externamente como enfermedad, decrepitud o carencia.
Cristo Jesús dijo: “Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos”. Mateo 8:22; Jesús nunca perdió tiempo preocupándose por carencia material, odio mortal o injusticia. Cuando se encontró frente a una escasa cantidad de pan y peces con que alimentar a una multitud, sin hacer comentarios sobre la aparente escasez, se tornó de esta apariencia a dar gracias a Dios por Su abundante provisión. De inmediato hubo suficiente para todos, y para guardar. Luego de haber resucitado de la tumba, el Maestro no abrigó resentimiento contra sus verdugos, sino que miró hacia adelante, hacia el cumplimiento de la profecía en la demostración final del ser espiritual mediante la ascensión.
Jesús es nuestro Mostrador del camino, y si seguimos su magnánimo ejemplo, borraremos toda injusticia e indignación de nuestros pensamientos por medio de nuestra gratitud a Dios. Y el resultado será que eliminaremos de nuestra vida toda la carencia y sufrimiento que estos rasgos negativos engendran.
La Sra. Eddy escribió a los miembros de La Iglesia Madre: “Quiera Dios darnos a todos ese sentimiento bondadoso de gratitud que se complace en la oportunidad de saldar cuentas”.Escritos Misceláneos, pág. 131. Cuando esta oración para tener el poder de perdonar recibe respuesta, los días de acción de gracias son mucho más que días de gratitud por bendiciones pasadas: son épocas de espiritualización del pensamiento que conducen a la curación y, finalmente, a una triunfante demostración del cielo al alcance.