¡Cuán grande es la bondad de Dios! Él es el Amor divino, y con ilimitada generosidad vuelca dones espirituales sobre todos Sus hijos en abundancia inimaginable. Aun cuando esto pueda parecer quimérico a los millones de seres que padecen hambre en el mundo, ésta es la realidad. Dios, el bien infinito, satisface abundantemente las necesidades de todo lo que crea.
No hay en la tierra seres más obviamente satisfechos y completos que aquellos que están conscientes del abundante amor del creador divino para con Su creación espiritual y tienen confianza en el cuidado que Él les dispensa. Nadie es más bendecido en sus relaciones con los demás que aquel que reconoce las señales de la afluencia de Dios manifestándose en su vida y las agradece. Nadie goza con mayor regularidad de un estado saludable que aquellos cuyos pensamientos están perpetuamente colmados de gratitud por la comprensión de que Dios mantiene a todos Sus hijos en perfecta paz, gobernados por la ley de la armonía.
En algunos países se ha hecho tradicional designar ciertos días del año como una ocasión para dar gracias. En esos días por lo común se expresa especial gratitud por una cosecha abundante y por otras pruebas del cuidado divino manifestadas durante el año. En esos días nacionales de Acción de Gracias millones de personas alaban a Dios de todo corazón y Le gracias por las bendiciones recibidas y por las que no dudan recibirán. De esta manera abren de par en par las puertas de la abundancia divina y se preparan para que una evidencia aún mayor de la bondad de Dios fluya abundantemente en sus vidas hasta “que no haya donde quepa”, Mal. 3:10 (según Versión Moderna); como nos lo dice la Biblia.
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