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Embotando el filo del terrorismo

Del número de octubre de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El terror — ya sea como aparente causa o efecto — puede aminorarse. Puede ser controlado y eliminado pues el terror es simplemente tensión elaborada, magnificada y expandida por el pensamiento mortal. Que el pensamiento mortal es esencialmente irreal, es algo demostrable.

El terror puede ser el resultado de algún tal llamado desastre natural o de algún accidente de magnitud. O puede ser utilizado como instrumento de cierto curso de acción por aquellos que desearían, por ejemplo, intimidar a un gobierno para forzarlo a tomar determinadas decisiones. Nosotros podemos ayudar a disminuir las embestidas del error. En efecto, cada vez que nos enfrentamos con nuestras propias ansiedades de una manera espiritualmente científica — es decir, comprendiendo la unidad que realmente existe entre Dios y el hombre — estamos embotando el filo del terror. Siglos atrás el Salmista describió los resultados que se obtienen al aceptar nuestra unidad con Dios: “No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día”. Salmo 91:5;

La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) no pretende admitir que todos los rincones oscuros del pensamiento mortal de la humanidad cederán de inmediato y para siempre a la luz espiritual tan pronto percibamos algunas verdades básicas sobre la naturaleza verdadera de Dios y del hombre y de nuestra unidad con Dios. Para ello hay trabajo profundo que realizar. Mary Baker Eddy lo dice bien claro: “Es científico morar en armonía consciente, en la Verdad y el Amor sanadores e inmortales. Para hacer esto, los mortales deben primero abrir los ojos a todas las formas ilusivas del error, sus métodos y sus sutilezas, a fin de que la ilusión, el error, pueda ser destruida; si esto no se hace, los mortales serán víctimas del error”.Retrospección e Introspección, pág. 64;

Es cierto que esto exige mucho. Pero el poder, la moción y la victoria sobre el error — incluyendo el terror — están del lado de “la Verdad y el Amor sanadores e inmortales”. La Verdad y el Amor ya reinan en todo el universo, manteniendo la paz y el amor en todas partes. Los sentidos físicos combaten esto continuamente. Mas quienquiera que desee crecer en espiritualidad y en comprensión y así ayudar a derrotar el terrorismo, esa disputa de los sentidos físicos es uno de los primeros puntos a los que debe abrir sus ojos.

Parecería que el mal argumentara de muchas maneras en favor de su propia realidad. Desearía persuadirnos de que el hombre es mortal. Insistiría en que el hombre es una persona sujeta al control de otras y algunas veces víctima de profundas injusticias. Y así por el estilo. No importa cuán lógicos e insistentes sus argumentos puedan parecernos, tenemos que continuar enfrentándolos, maniatándolos, venciéndolos y probando su falsedad.

El Cristo nos trae la visión de la realidad espiritual absoluta. Esta realidad es perfecta, enteramente buena. Está poblada de ideas inmortales. Sus elementos y leyes son eternos. Siempre se caracteriza por armonía constante.

A medida que este sentido del ser penetra en nuestro pensamiento y vivifica nuestra vida, mejoramos las condiciones de la humanidad, por lo menos en cierta medida. Contribuimos un tanto a minar la base de la frustración, sobre la cual descansa generalmente el terrorismo político. La respuesta final a los problemas de la humanidad, ya sean éstos individuales o colectivos, no radica en contar con una mayor cantidad de productos de consumo, o en reorganizar el poder político, o en poseer mayor territorio. La respuesta se encuentra en la comprensión y demostración del bien espiritual. Esto, a su vez, responde a las necesidades humanas de manera práctica, que bendice universalmente.

La desesperación que deriva de la frustración es una mentira acerca de la espontaneidad de la voluntad divina, o una inversión de la misma. La voluntad de Dios es la única voluntad, y nunca se la puede resistir. Se expresa en la ley de Dios. Y ninguna otra ley sino la Suya gobierna al hombre verdadero, hecho a la imagen de Dios. Ésta es la única base sobre la cual finalmente se disolverán injusticias, prejuicios raciales, conflictos políticos destructivos.

La voluntad divina no crea nada de lo cual podamos acobardarnos o atemorizarnos jamás. No hace que semillas de desagrado germinen en odio profundo, que a su vez se expresa en crueles y destructivos actos de violencia.

La evidencia que los sentidos materiales presentan sobre la naturaleza del hombre puede argüir que el pecado es demasiado obstinado como para esperar mucho y muy pronto en el proceso de la regeneración de la humanidad. La Ciencia Cristiana, basada en el sentido espiritual de lo que es Dios y el hombre, es infinitamente más alentadora. La base de la Ciencia Cristiana es la perfección presente de Dios y del hombre. Una vez admitida esta verdad, ella puede ser demostrada. Es la fuente de gran esperanza.

El hombre verdadero no está sujeto a un proceso de mejora o de “desmaterialización”. El hombre existe ahora mismo en la perfección total. Es la comprensión de estas verdades lo que ayudará a acabar con el terrorismo sobre una base espiritualmente científica. La Sra. Eddy nos dice: “Que el hombre deba ser vicioso antes de poder ser virtuoso, que debe perecer antes de que pueda ser imperecedero, material antes de que pueda ser espiritual, es un error de los sentidos; pues precisamente lo opuesto de este error es la Ciencia genuina del ser.

“El hombre, en la Ciencia, es tan perfecto e inmortal ahora, como cuando ‘a una cantaron las estrellas de la mañana, y gritaron de alegría todos los hijos de Dios’ ”.La Unidad del Bien, pág. 42.

Los terroristas son tan víctimas del pensamiento mortal como lo son las víctimas del terrorismo. Podemos ayudar a ambos al mirar más allá de la máscara de la personalidad mortal hacia la verdadera individualidad del hombre, el cual es inmortal por ser la semejanza inalterable de la Vida. Podemos enfrentarnos al terrorismo ya en acción o a las amenazas de terrorismo con la convicción espiritual de lo que es la realidad divina. Podemos estar seguros de que en nuestra propia vida jamás somos rehenes del temor o del odio. Podemos liberarnos del cautiverio impuesto por las mentiras de los sentidos materiales. Podemos pensar y actuar sabiendo que el hombre y el universo jamás están fuera del gobierno divino. A medida que hacemos esto, estamos haciendo algo para neutralizar el temor y los males que llevan a organizar bandas de guerrilleros urbanos y otros grupos terroristas.

Cuantas veces podamos, afirmemos que lo único que verdaderamente existe es el Espíritu omnipotente y su manifestación — el hombre y el universo, siempre espirituales y buenos. Esto embotará el filo del terror y preparará el terreno para su eliminación.

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