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La Vida sana las enfermedades orgánicas

Del número de octubre de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Aquellos que recurren devota y sinceramente a las enseñanzas de la Ciencia Cristiana aprenden a sanar la enfermedad. Las verdades espirituales son medios poderosos de curación. Cuando estas verdades se comprenden bien y se aplican con firmeza y sin intervenciones médicas, comprobamos sus bendiciones totalmente.

Aun cuando las personas que han aceptado este sistema de curación todavía tienen mucho que aprender acerca de él, el sistema de por sí proporciona el método más eficaz y seguro para sanar la enfermedad. Algunas veces la gente cree que es más fácil aceptar la idea de la curación espiritual si la dificultad es mental o tal vez funcional. Mas la comprensión correcta de lo que es Dios proporciona una base tan segura para sanar lo que se llama enfermedad orgánica como la que proporciona para sanar cualquier otra clase de desorden corporal.

Un paciente sana hasta de la más aflictiva enfermedad orgánica considerada crónica, cuando mediante el Cristo, la Verdad, percibe una vislumbre pura de la naturaleza de Dios. Bien sea la curación instantánea o gradual, una comprensión más clara acerca de Dios y una percepción más profunda de Su naturaleza son fundamentales para vencer las discordancias humanas.

Dios es Vida. Él es la única Vida. Una comprensión genuina de lo que este hecho profundo significa es suficiente para sanar lo que pueda haber sido diagnosticado por la medicina como una enfermedad orgánica fatal. La Sra. Eddy escribe en el libro de texto, Ciencia y Salud: “La autora ha curado enfermedades orgánicas, consideradas incurables, y ha devuelto la vida y la salud a los moribundos por medio del entendimiento de que Dios es la única Vida”.Ciencia y Salud, pág. 428;

Para reconocer que sólo Dios es Vida es necesario admitir que la materia no tiene vida. La materia no puede producir vida. No puede afectar la vida — ni favorable ni adversamente. No existe relación entre la materia y la vida porque la Vida, o Espíritu, es Todo. La eterna presencia de la Vida se sostiene a sí misma y sostiene a su creación entera. Jamás depende de la materia.

El hombre es una expresión de la Vida. Es precioso para la Vida. Jamás está separado de la Vida. El verdadero ser del hombre es inorgánico. La verdadera identidad está establecida en la consciencia divina, libre de toda creencia de materialidad.

La creencia de que la vida puede desarrollarse en la materia, es falsa. La creencia de que la vida se organiza según las facetas erráticas o destructivas de alguna forma de la materia, tiene que ceder a la comprensión de que la Vida, o Espíritu — no la materia — provee la única expresión del ser, ordenada, propiamente estructurada y gobernada.

En respuesta a la pregunta “¿Qué es la vida orgánica?”, la Sra. Eddy responde: “La Vida es Espíritu inorgánico e infinito; si la Vida, o el Espíritu, fueran orgánicos, la desorganización destruiría el Espíritu y aniquilaría al hombre”. Y más adelante añade: “La Ciencia de la Vida sólo necesita ser entendida; su demostración comprueba la veracidad de mis declaraciones y aporta bendiciones infinitas”.Escritos Misceláneos, pág. 56;

Podemos comprender y demostrar esta Ciencia de la Vida y recibir las bendiciones de las curaciones que tal reconocimiento confiere. El ser verdadero del hombre como expresión de la Vida está constituido de cualidades puras y espirituales. La actividad, vitalidad, continuidad e indestructibilidad son todas ellas constituyentes eternos de la Vida. La Vida las mantiene en perfecto orden. Están siempre presentes y siempre expresándose porque no hay otra fuente de vida sino Dios.

La verdadera naturaleza del hombre está compuesta de estos elementos de la Vida. El hombre incorpora estos atributos. Ellos lo sostienen. Aquello que incluye y fundamenta la identidad del hombre — la Vida misma — jamás se vuelve destructivo, jamás extingue o restringe. La Vida revela y mantiene la perfección del hombre.

La creencia de que el hombre está incorporado en la materia y que esa llamada sustancia material puede ser afectada de manera fatal por un organismo viviente, es contradictorio a la realidad. La mentira de que una sustancia orgánica puede dilatar o contraer, destruir o invadir la presencia de la vida, tiene que morir. Pero sólo la mentira muere porque la mentira no tiene origen que la sostenga. La Sra. Eddy escribe: “La Vida no se extingue jamás, ni por un momento. Por lo tanto, no es nunca estructural u orgánica, ni puede ser absorbida o limitada jamás por sus propias formaciones”.Ciencia y Salud, pág. 309;

La Vida no emana de la materia ni puede ser ahogada por la materia. El Salmista, comprendiendo que Dios es la fuente misma del ser, pudo cantar: “Contigo está el manantial de la vida”. Salmo 36:9.

Debemos proteger y defender nuestra comprensión de que la vida no es orgánica y que el hombre, como hijo y representante de la Vida, no puede sufrir enfermedades orgánicas. El hecho es que la materia jamás crece. Nunca puede infectarse o enfermarse. La mente mortal, la creencia de que hay vida en la materia, debe ser negada específica y concretamente. Las creencias humanas organizadas, arraigadas en los conceptos médicos falsos, tienen que ser enfrentadas y vencidas. Las aseveraciones médicas que definen e identifican la enfermedad como un virus que se multiplica o como un organismo vivo, capaz de propagarse de manera sistemática o de desencadenarse desordenadamente, deben verse como una simple convicción mortal ilusoria cuya base es una creencia falsa.

La materia no puede vivir, y la Mente es Vida. Esto no da lugar a que se fomente o promueva el mal. La enfermedad no tiene sustancia verdadera. La creencia de que la vida es orgánica — que priva al hombre de su alegría, de su salud y hasta de su ser — se desvanece en la presencia de la Vida. La Vida jamás ataca o destruye al hombre. La Vida lo ama. Lo sostiene y bendice. La Vida perfecta es la realidad del ser — divina, completa y eterna. Y este hecho preserva al hombre eternamente.

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