Muchas personas dicen que el matrimonio es uno de los pasos más importantes que se da en la vida. Influye en tantos aspectos fundamentales de nuestra existencia que debiera tenerse de antemano el mayor cuidado posible para asegurar que en el futuro haya compatibilidad y armonía en el hogar. Se dice que los futuros cónyuges debieran conocerse mutuamente muy bien antes de prestar el juramento nupcial.
Ahora bien, algunos podrían decir que dos personas nunca se conocen realmente bien hasta que de hecho no viven juntas. Y por ello es posible que sean partidarios de “los matrimonios de prueba”, o de una clase de amancebamiento aún más temporario para establecer que existe la compatibilidad y que la pareja entonces puede proceder con seguridad a hacer el juramento “hasta que la muerte nos separe”.
Si bien la Ciencia Cristiana concuerda con que es deseable establecer una base firme de comprensión antes del matrimonio, el punto de vista que adopta es que las relaciones prematrimoniales debieran cultivarse sobre una base espiritual y no física. De hecho, mantiene que una relación sólida y segura no puede desarrollarse partiendo de ninguna base que no sea la espiritualidad.
“Hay algo que es indudable: la fascinación del contacto físico es fugaz. No reemplaza la amistad verdadera”, fue el comentario acertado de un joven. No estaba dando una conferencia sobre la moral ni comparando los méritos de la atracción física y la espiritual. Él hablaba por experiencia y sin darse cuenta de que estaba siendo el eco de las palabras de un pasaje de la Biblia: “Toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo... Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre”. Isa. 40:6, 8;
La “amistad verdadera” que forma un vínculo permanente entre la pareja, es el resultado de la comprensión espiritual y de su expresión. Se le da énfasis y se analiza este tema en el capítulo de Ciencia y Salud titulado “El Matrimonio”, donde la Sra. Eddy dice: “Gustos, motivos y aspiraciones similares son necesarios para la formación de un compañerismo feliz y permanente. Lo bello en el carácter es también lo bueno, uniendo indisolublemente los lazos del afecto”.Ciencia y Salud, pág. 60; En dicho capítulo la Sra. Eddy menciona numerosas cualidades diferentes que derivan de Dios, el Espíritu, las que, si se las expresa consecuentemente, contribuyen al desarrollo del afecto permanente. Entre ellas están la fidelidad, la virtud, el valor, la fuerza, el amor, la pureza, la solicitud tierna, el desinterés, los nobles motivos de vida, la benevolencia, la aprobación mutua, la honestidad.
Un matrimonio fundado sobre esas cualidades que derivan de la espiritualidad resistirá separaciones ineludibles, vaivenes de la vida o sufrimientos, todo aquello con lo que se enfrente la pareja. Ni la distancia ni la proximidad pueden ser obstáculos para los que expresan tal afecto espiritual. La expresión del amor espiritual ocupa eficazmente los períodos de alejamiento involuntario entre dos personas, mientras que los anhelos por tener contactos personales a menudo hace parecer más larga la distancia. Por otra parte, un amor espiritual acaba completamente con lo que puede ser el más desgarrador de todos los alejamientos — el alejamiento mental que se siente entre quienes están físicamente cerca pero muy lejos en su manera de pensar.
Un paso esencial hacia el logro de una relación sólida y duradera entre dos personas es, entonces, el que ambas trabajen para fortalecer la expresión individual de su unidad con el Amor divino. Siempre somos uno con Dios — uno con el Amor divino, el Principio y creador de todo. La Ciencia Cristiana nos revela esto. Pero al prepararse para el matrimonio y en la vida de casados, no basta afirmar que esto es así. Tenemos que saberlo y demostrarlo en la vida diaria. La Sra. Eddy dice: “La unidad científica que existe entre Dios y el hombre tiene que demostrarse en la práctica de la vida, y la voluntad de Dios tiene que hacerse universalmente”.ibid., pág. 202;
A medida que ambas partes se acerquen más a la expresión ideal de las cualidades del Amor, que es la verdadera naturaleza de ambos, estarán más unidos. No solamente descubrirán su propio ser verdadero, sino que percibirán en su compañero la verdadera expresión de Dios, la cual ama consistentemente. Como lo dice la Sra. Eddy:“Los de mente espiritual se encuentran en la escalinata que asciende al amor espiritual. Este afecto, muy lejos de ser adoración personal, cumple con la ley del Amor que Pablo prescribió a los Gálatas. Esta es la Mente ‘que estaba también en Cristo Jesús,’ y no conoce limitaciones materiales. Es la unidad del bien y vínculo de la perfección”.Retrospección e Introspección, pág. 76;
Las pruebas y las tormentas en la existencia humana no pueden dañar la relación entre dos individuos que tienen “gustos, motivos y aspiraciones similares,” que han forjado el vínculo común de expresar amor espiritual como lo resume Cristo Jesús en el Sermón del Monte. Ningún poder sobre la tierra puede separarlos. Su relación estará tan a salvo y será tan segura como el Maestro dijo que estarían aquellos que guardaban sus palabras: “Cualquiera... que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca”. Mateo 7:24, 25.
Todos podemos tener un matrimonio construido sobre la roca espiritual del amor a la manera del Cristo si deseamos cultivarlo. El momento para establecer su cimiento firme es antes de la boda. Partiendo de esta base su edificación se seguirá desarrollando afectuosamente año tras año. Se extenderá desde el punto central de integridad y confianza hasta abarcar con gozo un círculo siempre creciente de intereses, actividades y amistades.