Siempre hay algo que podemos hacer para ayudar a otros en tiempos de tribulación. Esto es verdad aun en situaciones en que los observadores puedan creer que las condiciones son tales que no es posible ayudar, o que sería presuntuoso intervenir en los asuntos de otros. Los desastres que afectan a miles de personas; la crueldad física o mental infligida a individuos inocentes, tal vez por sus familiares; el tratamiento brutal infligido a animales, y otras formas de injusticia, crueldad o vandalismo que despiertan indignación o lástima — cualesquiera sean las dolorosas circunstancias, ninguna de ellas puede estar fuera del alcance de nuestra ayuda. Siempre hay algo que podemos hacer. Podemos orar, y nada puede ser más efectivo que esto.
Los espectadores de la brutalidad y del dolor sufridos por las víctimas a veces dicen que sienten tal angustia que casi no la pueden soportar. Es posible que describan la situación como algo que les destroza el corazón, que los enferma de frustración, indignación o repugnancia. Sin embargo, la Biblia promete bondad y misericordia para todos y nos muestra lo eficaz que es la oración para establecer estas apacibles cualidades del gobierno de Dios en la tierra, y así sanar toda clase de dificultades humanas.
Un escritor del Nuevo Testamento dice: “La oración eficaz del justo puede mucho”. Sant. 5: 16; El escritor se refería no sólo a la curación de los enfermos, sino también a la de aquellos que tienen necesidad de sanar del pecado y de defectos de carácter. Y la Ciencia Cristiana enseña cómo la discordancia de hasta la más grotesca falta de humanidad expresada por los seres humanos los unos para con los otros puede ser eliminada mediante el reconocimiento afectuoso y devoto de las verdades del ser por parte de aquellos que tienen una comprensión espiritual de Dios y de Su perfecta creación. Cuánto mejor, entonces, que en lugar de continuar atormentándonos por los sufrimientos del mundo ayudemos mediante la oración ferviente a destruir las características bestiales de la mente mortal que aparentemente están causando sufrimiento a la gente y a los animales en el mundo.
Esto no quiere decir que uno — sin que se lo pidan — debiera orar por los individuos implicados, excepto en excepcionales casos de emergencia. Pero sí podemos, y debemos, orar para tener la visión necesaria que nos permita percibir la ley del Principio divino en operación y las cualidades misericordiosas del Amor expresándose allí mismo donde parece estar la crueldad. Si somos fieles a Dios no aceptaremos ni por un momento la sugerencia de que Él, el Amor divino, no es supremo y el Todo-en-todo y que hay un espíritu malvado además del Espíritu divino, y que este espíritu malvado está controlando al hombre que Dios hizo a Su semejanza.
La oración que sanará la crueldad y el sufrimiento sigue el modelo del “Padre Nuestro”. Cristo Jesús dijo a sus discíplos: “Vosotros, pues, oraréis así”. Mateo 6:9; Y ahora, siglos más tarde, lo mejor que podemos hacer es orar nosotros mismos según ese modelo. Cualquiera que sea la discordia humana, ella será vencida por medio de la comprensión de lo que es la paternidad universal de Dios, la armonía actual de Su universo y la operación eterna e infinita de Su ley divina. Sobre esta base podemos gozosamente ver el constante cuidado de Dios por todo lo que ha creado, proveyendo a todos abundantemente de cuanto puedan necesitar para su felicidad y satisfacción. Podemos verlos a todos habitando juntos en el reino de Dios ahora y para siempre, gobernados por el Amor.
Luego oramos para obtener el perdón de nuestros propios pecados mediante su erradicación, purificación que toma lugar en nuestra consciencia a medida que crecemos en la comprensión de la totalidad de Su amor y en la expresión de las inmaculadas cualidades del Principio, las cuales Él manifiesta en nosotros.
Y concluimos nuestra oración con el corazón pleno de gratitud a Dios, el bien, a quien pertenecen “el reino, y el poder, y la gloria, para siempre”. v. 13 (según Versión Moderna); Así como la Sra. Eddy interpreta este canto triunfal de alabanza en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Porque Dios es infinito, todo poder, todo Vida, Verdad, Amor, está por encima de todo, y lo es Todo”.Ciencia y Salud, pág. 17;
Por medio de la oración que sigue el modelo del “Padre Nuestro”, llegamos a ver que, en razón de que Dios, el Amor, lo es Todo, nada puede realmente manifestarse que no sea amor. El odio, la perversidad, la crueldad o la insensibilidad no existen en el universo espiritual que Dios creó. Reconocemos que Su manifestación refleja Su amor, que lo expresa y lo siente siempre y en toda forma. Este hecho, comprendido, anula en nuestro pensamiento la creencia de que exista razón para que condenemos a otros por su falta de amor. Nos capacita para ir más allá de la compasión que sentimos por una víctima; nos capacita para ayudar a establecer la armonía para todas las criaturas — como está establecida en la realidad espiritual. Finalmente, se comprueba que el Principio divino es el único poder; la Mente y el Espíritu infinitos, la única sustancia; el Amor, la única fuente del pensamiento y de la acción.
Cuando por medio de la oración comenzamos a reconocer que la bondad y la misericordia son cualidades divinas que están siendo expresadas ahora mismo en el universo inmortal, y reconocemos que no existe nada más que este reino celestial, veremos más amor a nuestro alrededor, y los mortales sentirán menos inclinación a amedrentar, amenazar, asaltar, pelear y matarse unos a otros despiadadamente. Las víctimas inocentes de los elementos destructivos de la mente carnal serán salvadas del sufrimiento, y se establecerá más armonía en la tierra.
Este estado ideal llega poco a poco, pero puede acelerarse en proporción a nuestra propia comprensión, a la manera del Cristo, de que Dios, el Amor, lo es Todo. A medida que con la verdad enfrentamos cada incidente de crueldad y dureza egoísta que observamos, y lo invertimos por medio del reconocimiento de la presencia de Dios, ayudamos no sólo a obtener la solución del caso específico que motivó nuestra oración, sino también la de todos los pobladores de la tierra. Acortamos el tiempo en que será cumplida la profecía del Salmista, en la que todas las criaturas del mundo experimentarán sólo la bondad y la misericordia del amor de Dios, sabiendo que habitan a salvo “en la casa de Jehová por siempre”. Salmo 23:6 (según la versión King James).