Han transcurrido muchos años desde que fuí guiada a la Christian Science, en busca de salud. En aquel entonces padecía de diversas enfermedades, de manera continua y sin esperanza de mejorar. Había experimentado diferentes tratamientos, tomado muchas medicinas y sufrido una operación quirúrgica,—pero todo sin lograr aliviarme. Hubiera abandonado mis esfuerzos desde antes, de no haber sido porque mis dos pequeñuelos quedarían sin madre. Fué entonces cuando me dijeron que la Christian Science curaba a los enfermos. Con temor y temblor, sin fe alguna y únicamente como último recurso, decidí probarla.
Cuando la practicista me explicó un poco acerca de las enseñanzas de la Christian Science, fué como si la luz del sol repentinamente invadiese un cuarto obscuro. Aunque yo había sido miembro, durante años, de una iglesia ortodoxa, el concepto correcto de Dios y el hombre, según lo explica la Christian Science, fué para mí una revelación. Sané por completo.
Doy gracias infinitas a Dios, porque Sus promesas se cumplen: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis.” A través de los años, la Verdad ha suplido todas mis necesidades. He experimentado muchas curaciones, incluso las de viruelas, huesos rotos y fiebres. Siento profundo agradecimiento por el consuelo y apoyo efectivo del Amor divino que obtuve al hacer frente a un enorme pesar.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!