Una profunda y firme convicción de que la Christian Science es la verdad, junto con las pruebas substanciales que han sido mías en más de treinticinco años de estudiar esta Ciencia, descubierta por nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, me impulsa a ofrecer este testimonio con un himno de alabanza por haberse hallado en New Hampshire una mujer tan pura y desinteresada que pudo descubrir las reglas positivas sobre las cuales se basa el Cristo, la Verdad.
Una de mis primeras curaciones tuvo lugar cuando intenté evitar una riña de perros, uno de los cuales ciegamente me agarró la mano con tanta fuerza como si fuera un torniquete. Cuando la pude librar, entré, en la casa y pedí a mi madre que llamase a un practicista. Mientras esto hacía, cubrí la mano con una toalla, a fin de que nadie la pudiera ver. Aunque la herida era seria, puedo testimoniar con gratitud que con el trabajo del practicista, al cabo de una semana la mano recobró su estado normal.
Debido al desaliento que sentí al ver mis bajas calificaciones, abandoné la escuela; pero varios años más tarde, después de estudiar la Christian Science llegué a entender que sería mejor seguir adelante con mis estudios. El director de una academia muy conocida, en contestación a mi solicitud de ingreso, me aconsejó telegráficamente que no viniese, pero de todas maneras me presenté y le dije que deseaba aprovechar la enseñanza que él podía darme. Me dijo que ingresara por una temporada, en el curso de la cual descubrí que eran mis antiguas calificaciones bajas las que le habían influido en contra de mí.
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