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Una historia excepcional

Del número de octubre de 1946 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


LA historia de Mary Baker Eddy es excepcional. Como una peregrinación de los sentidos hacia el Alma, señala el camino para todos los Científicos Cristianos. Ninguno tendrá que beber precisamente la copa de amarguras que ella bebió, pero muchos han de encontrar aliento e inspiración al estudiar las experiencias que ella tuvo, y de ello aprender cómo hacer frente a sus propias dificultades y vencerlas.

Los estudiantes de la Christian Science quizá pasen por momentos críticos similares. Podrán, pues, sufrir el choque de personalidades, la amenaza de falsos sistemas, la persecución, o su opuesto, la popularidad. Quizá sean despreciados por su pobreza, perseguidos por sus riquezas, o ridiculizados por su fe.

Estas y otras pruebas similares fueron afrontadas y vencidas por la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, quien invariablemente estuvo a la altura de la ocasión y salió de cada prueba más fuerte que antes. La autobiografía de la señora Eddy, titulada Retrospection and Introspection (Retrospección e Introspección), relata, con sus propias palabras y en forma breve, su historia humana. En este tomo, la historia de lo material se desvanece y en su lugar aparecen ideas espirituales, deducciones y amonestaciones, que lo hacen de gran valor para todo estudiante de la Christian Science.

Probablemente ninguna autobiografía ha sido escrita que contenga menos del elemento personal. El propósito de la señora Eddy no fué exaltar la personalidad humana, sino asentar una historia justa de los pasos que la condujeron al descubrimiento de la Christian Science. La historia mortal es un sueño bien pronto relatado, pero la historia espiritual no tiene ni principio ni fin. Dióse, entonces, en esta obra, mayor importancia a la historia espiritual que a la historia material, hecho que debería tomarse en cuenta al estudiarse la autobiografía.

La enseñanza fundamental de la Christian Science se encuentra en “la declaración científica del ser” que aparece en la página 468 de Science and Health with Key to the Scriptures (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras), cuyas primeras líneas dicen así: “No hay vida, verdad, inteligencia ni substancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo.” Antes de presentar esta declaración del ser, la señora Eddy había pasado por momentos críticos que la impulsaron a aceptar la premisa y la conclusión que contiene. Su experiencia humana le enseñó a rechazar la creencia de que pueda haber paz permanente en las cosas materiales. La capacitó para comprender que la existencia material es un sentido erróneo del ser. La impulsó a aceptar la substancia del Espíritu, y a probar la totalidad de Dios, el bien, así como la irrealidad de la materia. Probó ella que la pérdida de los valores materiales es en realidad ganancia espiritual y aprendió cómo dejar completamente a un lado la voluntad humana y atenerse implícitamente a la dirección de Dios y Su gobierno, tal y como se entienden en la Christian Science.

Como es bien sabido, la revelación del poder curativo de Dios la obtuvo la señora Eddy en febrero de 1866 y por medio de la iluminación espiritual producida, pudo interpretar espiritualmente las Sagradas Escrituras, en los años inmediatamente siguientes.

En cierta época en que ya no tenía esperanzas de vivir, la señora Eddy abrió su Biblia en el capítulo noveno de Mateo, y leyó el relato de la curación del hombre paralítico, efectuada por Jesús. Mientras leía, el relato bíblico iluminóse y, mediante la comprensión de la presencia y poder de Dios, recobró instantáneamente la salud. Este incidente, de tan poca importancia aparente en el momento, estaba destinado a revolucionar el mundo. Cuando Jesús curó al hombre paralítico, se recordará que pronunció aquellas palabras memorables, “Pues ¿qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados; o decir: Levántate y anda?”, lo que indica que la curación de la enfermedad y la destrucción del pecado son sinónimos.

Los historiadores nos dicen que durante trescientos años después de la resurrección de Cristo Jesús, los Cristianos curaron a los enfermos y aún levantaron a los muertos, por medios espirituales. Es también claro que durante los siglos posteriores, los dogmas y las doctrinas que fueron introducidas a la iglesia, obscurecieron la pureza original de las enseñanzas del Maestro y separaron la religión y la curación. Entonces, el médico se convirtió en el curador del cuerpo y el sacerdote en el sanador del alma. La prenda sin costura fué partida en dos y la roca de nuevo se colocó delante de la tumba. ¡Qué tragedia más grande para la humanidad! Sin embargo, en febrero de 1866, esta tragedia fué redimida y la curación cristiana primitiva fué descubierta de nuevo y hecha accesible. Así se restauró la verdad, por tanto tiempo perdida, de que la teología y la medicina verdaderas son una, y que el Cristo es el único médico.

La revelación, el razonamiento, y la demostración progresiva fueron los pasos que condujeron a la señora Eddy al entendimiento de la Christian Science. Su vida ofrece un ejemplo de obediencia constante a Dios y de devoción consistente a su ideal.

La meta de la Christian Science no se alcanza sin los pasos preliminares. Debemos subir las colinas para llegar a las alturas. Tal como el alpinista que se ve frente a una cordillera de picos deslumbrantes, no puede alcanzar su meta sin primero atravesar el valle, las colinas y los picos menores, así la señora Eddy alcanzó las cumbres de la Ciencia divina, hollando primero, paciente y concienzudamente, el camino humano más elevado. A sus discípulos les enseñó a ser fieles a las cualidades morales, tales como el desinterés, la humildad, la honestidad, la compasión, la bondad, la cortesía, etcétera, colinas del carácter sobre las cuales nuestra Guía andaba a diario y a cada hora.

El alpinista requiere entrenamiento riguroso y buena preparación para su tarea. El metafísico también debe practicar constantemente lo que ha aprendido, al prepararse para su misión. Fué así, es decir, por medio de la práctica, que la señora Eddy se preparó para la tarea colosal de descubrir y fundar la Christian Science. Ella puso en práctica lo que enseñaba, probando la veracidad de todo lo que había descubierto. En la página 486 de Science and Health (Ciencia y Salud) ella escribió: “La escuela preparatoria de esta tierra ha de aprovecharse en todo lo posible.” El objeto de una escuela preparatoria es alistar al estudiante para entrar en la universidad. La universidad, a su vez, es tan sólo otro paso conduciendo a una carrera. La señora Eddy nos ha enseñado cómo, mediante el mejoramiento y la transformación del carácter humano, podemos aceptar y asimilar sin dilación el tesoro inapreciable de la Christian Science. El estudiante que ha recibido cierto grado de instrucción, deja la escuela preparatoria porque ya sabe demasiado para continuar allí y debe, por lo tanto, progresar hasta emprender tareas más altas.

Jesús se apartó de la “escuela preparatoria de esta tierra” precisamente así. El no vió la muerte como una puerta hacia la libertad; más bien insistió en que se ejerciera el poder espiritual inherente al hombre. La señora Eddy siguió las huellas del Maestro y señaló el camino a través de sus obras publicadas. La señora Eddy abrió una puerta que ningún sentido material puede jamás cerrar. Ella reveló la vida sin vejez, sin muerte,—espiritual. Enseñó y demostró la perfección perenne del hombre.

¿Podemos hacer algo mejor que estudiar la vida de nuestra gran Guía? Las lecciones así aprendidas resultarán de valor incalculable para nuestro progreso en la Christian Science. A medida que obtengamos una apreciación más profunda de su obra, ya no la consideraremos simplemente como una personalidad humana, a quien mucho debemos, sino que, contemplando más profundamente la Verdad y el Amor, percibiremos con mayor claridad, tanto su lugar en la historia y en las profecías de la Biblia, como el significado de su identidad verdadera como Descubridora y Fundadora de la Christian Science. En la página 120 de su obra The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia Científica de Cristo y Miscelánea) ella escribió: “Aquellos que me buscan en persona, o en cualquier otra parte que no sea en mis escritos, me pierden en vez de hallarme. Espero y confío en que usted y yo nos encontraremos en la verdad, y nos conozcamos allí, reconociéndonos como Dios nos conoce.”

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