Cuando contemplamos el esplendor de la florescencia, los corazones espontáneamente se nos llenan de alegría, pues en ese momento es muy fácil creer en el bien y en la felicidad. Mas, aun cuando las ramas de los árboles están desnudas y el color verde de la hierba se ha tornado a carmelita, en ese mismo momento, aunque oculto a la vista, ya se va produciendo el gran milagro que más tarde lo transformará todo en cascadas florales de color rosa pálido, blanco y carmín.
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