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Los primeros a llamar mi atención a la Christian Science fueron un...

Del número de octubre de 1947 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Los primeros a llamar mi atención a la Christian Science fueron un clérigo y su exposa. A la sazón yo estaba a punto de convertirme en una inválida. Por órdenes del médico, había estado guardando cama durante unas seis semanas y, para más, me había lastimado interiormente como resultado de un esfuerzo físico excesivo que había hecho. No habiéndome restablecido con este descanso, se me recomendó que permaneciera tres meses en cama o bien que me sometiera a un examen médico, pero a esto me negué rotundamente. En esos días una hermana mía había ido a visitar a la esposa de un jefe canónigo de una de nuestras catedrales. Este buen señor era un hombre muy tolerante que había estado investigando la Christian Science, y que pensaba, en las palabras de Gamaliel, que "si es de los hombres este consejo o esta obra, será destruída, mas si es de Dios, no la podréis destruir." Su señora le dijo a mi hermana: "Creo sin duda alguna que si su hermana se decidiera a probar la Christian Science se curaría." Cuando yo me enteré de esto sorprendí a mi hermana diciéndole que me gustaría probar esta Ciencia, ya que no se trataba de una operación que me pudiera hacer daño y que, de efectuarse por medio de la oración, la cura tendría que ser buena.

Fuí a ver a una practicista y le pedí que me ayudase. Le dije que la visitaba a instancias de unos amigos, añadiéndole: "Si es mi propia fe la que me habrá de curar, de nada me valdrá, pues yo no sé absolutamente nada de la Christian Science." La practicista me respondió diciendo: "Basta con que usted haya pedido que le ayudase, pues es Dios el que cura. Le voy a pedir que lea la obra Ciencia y Salud, de Mrs. Eddy, la cual explica las enseñanzas de Cristo Jesús de una manera tan clara que quizás le sea posible curarse usted misma." Durante dos semanas me dediqué a leer el libro de texto de la Christian Science y recibí algún alivio, pero fuí a ver a la practicista otra vez y le dije que me gustaría que ella me diese algunos tratamientos. Le expresé gratitud por la mejora que había experimentado, pero también le hice presente que aun me faltaba mucho para curarme. En su obra Ciencia y Salud (pág. 420), Mrs. Eddy dice lo siguiente: "Si los discípulos no se curan prontamente ellos mismos, no debieran tardar en acudir a un Científico Cristiano experimentado para que les auxilie." La practicista me ayudó con mucho cariño y al fin de una semana recibí mi curación. Esto tuvo lugar en el año 1909 y desde entonces no he tenido que tomar el desayuno en la cama ni he acudido a medicamentos de ninguna clase.

Las meras palabras no bastan para expresar mi gratitud a Dios por habernos dado la Christian Science, y por todo lo que está haciendo esta Ciencia por mí y por el mundo entero. En verdad que la Biblia y Ciencia y Salud responden a todas nuestras necesidades.

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