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Las cosas son pensamientos

Del número de octubre de 1947 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Ha meditado usted alguna vez sobre la naturaleza de su experiencia individual? Las cosas que están incluídas en ella—el sombrero nuevo, el abrigo, el automóvil, el amigo o el enemigo—¿cómo entraron en su experiencia, mental o materialmente? Sin la conciencia ¿acaso podría existir cosa alguna para usted o para mí? La meditación tranquila y sincera sobre este punto demostrará que la respuesta a esta última interrogación tiene que ser negativa. Desde esta premisa, llegamos a ver que la experiencia individual es del todo mental, aunque muchas veces aparenta ser puramente física y material.

En la página 479 del libro de texto de la Christian Science, "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras", Mary Baker Eddy ofrece la solución de este enigma tan intrincado de la experiencia humana, en estas dos breves frases: "Todo lo que los ojos ven es una imagen del pensamiento mortal, reflejada en la retina. La materia no puede ver, sentir, oír, gustar ni oler." Es así como ella expone que todo fenómeno físico, así llamado, es mortalmente mental y no objetivamente material. Nadie puede sostener con razón que la materia, es decir, aquello que es inerte y carece de inteligencia, puede ver, sentir, oír, gustar u oler. Estas sensaciones no se pueden experimentar sino por medio de la conciencia o la mente. La mentalidad sólo puede abrigar pensamientos, jamás cosas. De manera que, tanto aquello que percibe como aquello que es percibido, es mental, y nunca algo denominado materia, separado del pensamiento.

Es en la retina de la llamada mente mortal, o la conciencia humana, donde se registran en la creencia mortal todas las impresiones de los sentidos físicos. Ninguna mera estructura y organismo material o físico puede poseer sensación o conocimiento alguno. Es evidente entonces que las cosas son pensamientos, y que sólo pueden ser reconocidas por la conciencia y como pensamientos convertidos en cosas. Por esta razón todas las discordancias, en la experiencia individual tanto como en la colectiva, tienen que ser consideradas como efectos de las creencias o de los pensamientos que no expresan la Verdad ni están en armonía con ella. La aceptación de este hecho lo prepara a uno para tomar los pasos sucesivos en el descubrimiento de los pensamientos verdaderos, que son los únicos que pueden librar la conciencia humana de la esclavitud impuesta por las creencias falsas. Jesús dijo (San Juan, 8:32): "Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." Cuando descubrimos que las cosas son pensamientos y no objetos materiales o físicos aislados, tomamos un gran paso para librarnos de la ignorancia, el temor y la mortalidad en general.

Una vez que se percibe el carácter mental de todas las cosas, no es difícil admitir que todo efecto mental tiene que proceder de una causa mental. Así es como uno puede ver y comprender que la causa primitiva, o sea Dios, tiene que ser, y en efecto es, la Mente divina, el Espíritu infinito. Y puesto que "una cosa produce otra cosa semejante", la creación consiste de pensamientos, de ideas del Espíritu. "La realidad de la Mente", nos dice nuestra amada Guía (ib., pág. 123) "demuestra de un modo concluyente como es que la materia parece existir, pero no existe. La Ciencia divina, elevándose sobre las teorías físicas, excluye la materia, resuelve las cosas en pensamientos, y reemplaza los objetos del sentido material con ideas espirituales."

Muchos ejemplos convencedores ofrece la vida diaria en comprobación de las palabras que se acaban de citar. No hace mucho tiempo que una Científica Cristiana buscaba un departamento para ella y su familia, la que consistía de tres personas, que venían de otra ciudad y que deseaban establecer su hogar con ella. Tras de emplear varias semanas buscando inútilmente, por fin se decidió consultar con una practicista de la Christian Science. Durante la conversación que tuvieron sobre el problema, se le hizo la siguiente pregunta: "¿Adonde espera usted gozar de su nuevo hogar cuando lo encuentre, en la conciencia o en el cuerpo físico?" a lo que ella respondió: "En la conciencia, por supuesto." Luego, tras de recordarle que según la revelación de la Christian Science el individuo es completamente espiritual y que incluye por reflejo todas las ideas de la Mente, la practicista añadió: "Entonces ¿por qué no empieza por buscar el hogar en la conciencia? Puesto que su ser real incluye todas las ideas correctas, el verdadero concepto del refugio, la protección y el bienestar, que es lo que realmente constituye el hogar, tiene que existir precisamente donde usted misma está."

La Científica Cristiana abandonó la oficina de la practicista con el firme propósito de no seguir dando vueltas buscando un departamento, y determinó estudiar detenidamente sus libros y meditar sobre la situación desde el punto de vista de la Christian Science. Unos días después, al abrir el periódico de la mañana, lo primero que vió fué un anuncio ofreciendo un departamento en alquiler. Según la descripción del diario, parecía reunir todos los requisitos de la interesada, y, al notar su localidad, ella exclamó con sorpresa: "Pero si está en este mismo edificio"—o, como le había dicho la practicista, "precisamente donde usted misma está."

La familia aludida no tardó en establecer en aquel mismo edificio un hogar feliz y adecuado. La promesa del Maestro (San Mateo, 7:7): "Pedid y se os dará", se cumple con mayor rapidez y de una manera más satisfactoria cuando sabemos qué buscar y donde buscarlo. Todos tenemos que aprender que las cosas son pensamientos y que por lo tanto toda cosa buena debiera ser buscada y encontrada en la Mente. Cuando hacemos esto, aquello que parece ser una necesidad humana pronto se satisface.

La Christian Science no sólo nos hace ver que todo es Mente, sino también que Dios, la Mente divina, es el bien infinito, la Vida eterna. Las imágenes del "pensamiento mortal"—que más arriba se designan como "todo lo que los ojos ven"—para ser perceptibles, tendrían que ser producto de una mente, es decir, de una mente mortal. La palabra "mortal" podría definirse como aquello que asemeja la muerte, y a la mente mortal se le podría designar la mente que asemeja la muerte, o sea, ¡la mente inexistente¡ Las supuestas imágenes de una mente sin vida tendrían por fuerza que ser inanimadas, y es precisamente sobre su base del todo falsa y efímera, que la Christian Science desafía y se sobrepone a las imágenes "del pensamiento mortal", sea cual fuere su supuesta exteriorización física.

A medida que nos sobrepongamos a las creencias de enfermedad y las reemplacemos con el hecho divino de la salud eterna y universal, el sufrimiento se acabará. El hecho divino del bien infinito y siempre presente, elimina la suposición de la escasez de cualquier clase que sea. De esta manera "los objetos del sentido material", o sean los efectos exteriorizados de la mente falsa y supositicia, son reemplazados uno por uno con las "ideas espirituales", los pensamientos divinos que constituyen toda existencia verdadera, y las experiencias humanas se van normalizando y mejorando.

Por las explicaciones anteriores se verá que la Christian Science exige que vigilemos en todo momento los pensamientos. No se trata de las creencias movidas por el deseo, sino de un proceso científico y exigente, y todo esfuerzo correcto trae su recompensa inevitable. Un himno muy conocido en nuestro Himnario dice:

"De la materia al Alma es mi sendero,
de inquieta sombra a dulce claridad."

Es este el sendero mental que cada uno de nosotros tendrá que atravesar algún día, en cuyo trayecto, bajo el impulso de la Ciencia divina, todas las cosas se transformarán en pensamientos y se percibirán como tales; y los objetos, o las experiencias, del concepto material de la vida, la substancia y la inteligencia, se verán reemplazados con ideas espirituales duraderas, revelándosenos como nuestra propia individualidad. Así es como se cumple en la experiencia personal la transformación y regeneración a que se refiere el gran apóstol Pablo (Romanos, 12:2) como el resultado de "la renovación de vuestra mente."

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