Deseo expresar mi agradecimiento a Dios por haberme mostrado el camino de la Verdad por medio de la Christian Science.
En el año 1923 padecí de una enfermedad pulmonar, acompañada de fuertes hemorragias. Los facultativos consultados diagnosticaron que mi estado era sumamente grave, aconsejándome que permaneciera en cama y observara una dieta rigurosa. Durante cuatro meses seguí sus consejos y perdí unos veinte kilos. Ya que los médicos que me atendían no me daban ninguna esperanza, recurrimos a un especialista de enfermedades de los pulmones, el cual en seguida me hizo internar en un sanatorio especial.
Mi pensamiento estaba siempre fijo en Dios, y continuamente pedía que El me sanara. Estuve en ese sanatorio un mes y mis ahorros se habían agotado, porque muchos eran los gastos. Mi salud parecía muy mejorada y quise volver a mi trabajo, pero mis superiores me aconsejaron pedir la jubilación por no hallarme en condiciones de seguir trabajando. Acepté sus consejos. Al poco tiempo la enfermedad reapareció y ya estaba yo al fin de mis fuerzas físicas y morales, no teniendo más esperanza.
Fué en ese momento que unos amigos me hablaron de la Christian Science, indicándome donde podía asistir a los cultos. Acudí en seguida a la dirección indicada, pero grande fué mi sorpresa al encontrar que allí se hablaba solamente en inglés, por lo que no pude entender nada. Volví a casa muy desilusionado, pero aun así seguí yendo por algún tiempo, siempre pensando lo grande que hubiera sido si hubiese podido estudiar esta Ciencia en mi propio idioma.
Dios escuchó mi oración. Un día mi cuñado vino de Montevideo con la gran noticia: “¡También en Buenos Aires se celebran cultos de la Christian Science en español!” Ese día fué para mí un día de gran emoción y alegría. ¡La Christian Science en español! Eso significaba que ahora podría comprender lo que decían en los cultos y por fin curarme. En seguida acudí a una reunión de los miércoles y allí encontré gran alivio para mis penas, y la sensación de paz y elevación espiritual que tanto necesitaba. Me presentaron a un Científico Cristiano muy adelantado y tuve con él después en mi casa una entrevista de hora y media. Con gran entusiasmo empecé a estudiar las lecciones semanales y a leer la Biblia. Día por día la luz lo iba aclarando todo y seguí mejorando de salud. Al cabo de un mes, el error reapareció y me puse en comunicación con una practicista que me atendió con toda bondad; esa misma tarde la dolencia desapareció para no volver nunca más.
Mi salud es ahora perfecta, mi peso es normal y mis antiguos jefes quedan sorprendidos de verme tan bien. Mi vida de hogar también ha ido mejorando, pues la felicidad entró en mi casa cuando comencé a estudiar la Christian Science.
No encuentro palabras para expresar mi agradecimiento a nuestro Padre-Madre Dios por estas grandes bendiciones, y a Mrs. Eddy por los beneficios que el género humano puede disfrutar gracias a su divina revelación. Agradezco también a la practicista que con tanto amor y abnegación me ha ayudado. Estoy encantado de pertenecer a este grupo de Científicos Cristianos de habla española que tantos beneficios va haciendo en nuestro país.—Buenos Aires, Argentina.