Los muchos y buenos testimonios que aparecen en nuestros periódicos me impulsan a expresar mi gratitud por el aliento y apoyo que he recibido gracias a la cariñosa ayuda de practicistas de la Christian ScienceEl nombre dado por Mary Baker Eddy a su descubrimiento (pronunciado Críschan Sáiens) y que, traducido literalmente, es la “Ciencia Cristiana”., como también por mi propio estudio de las Lecciones Bíblicas.
Desde mi niñez, tuve que hacer frente a la enfermedad, el fracaso y el temor al porvenir. Después de abandonar mi tierra nativa de Suecia, fuí operado en los Estados Unidos, sin mejorar de salud. La dueña de la casa donde yo vívia me preguntó si había probado tratamientos en la Christian Science. Esta era la primera vez que oía mencionar este sistema de curación, y sus explicaciones me dejaron algo escéptico. Sin embargo, estaba dispuesto a probar cualquier cosa, de manera que al día siguiente acudí a una sala de lectura y pedí prestado el libro “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy, a fin de averiguar algo más sobre esta Ciencia. Antes de terminar el primer capítulo yo sabía que había encontrado el supremo Consolador y cuando cerré el libro ya bien entrada la noche, me sentí llena de esperanzas.
Aunque me había criado en la doctrina de que Dios era severo y vengador, siempre había negado aceptar la idea de que algunos teníamos que sufrir un castigo eterno. Por tanto fué para mí una inspiración leer en la página 127 de Ciencia y Salud estas confortantes palabras: “La Christian Science revela a Dios, no como el autor del pecado, la enfermedad y la muerte, sino como el Principio divino, el Ser Supremo, la Mente,— exento de todo mal.”
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