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El gozo divinamente natural

Del número de octubre de 1951 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Los hijos de los hombres se dan a vagar por sendas extrañas y tortuosas afanándose por encontrar la felicidad. Como Ponce de León, el explorador español, recorrió los escuetos matorrales de la Florida en busca de la mitológica fuente de la juventud, los mortales exploran los matorrales de la materialidad buscando el manantial del gozo.

Siglos atrás David, el melódico salmista de Israel, descubrió que esta fuente del gozo es completamente espiritual y que su origen único es el Amor divino. Dijo él (Salmo 16:11): “Me harás conocer el sendero de la vida: en tu presencia está la plenitud de gozo; a tu diestra se hallan delicias eternamente.”

En su búsqueda de la felicidad, los hombres no tardan en aprender que ningunas circunstancias materiales, ni amigos personales, ni posesiones se la pueden dar ni tampoco la falta de esas cosas privarlos de ella. Pero a veces sólo después de sufrir incesantes desengaños y temor innecesario se muestra dispuesta la humanidad a aprender esta gran realidad que revela la Christian Science de que el gozo es espiritual y que el hombre, reflejo de su Padre y Madre, Dios, ya posee la felicidad en toda su plenitud.

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