Mary Baker Eddy designa Principio como uno de los sinónimos de Dios porque el significado de Principio como base fundamental, como aquello de lo cual procede todo lo que es real, como el poder ilimitado que mantiene la vigencia de la ley divina, describe correctamente esta fase de la Deidad.
La actuación del Principio divino mantiene la creación en armonía inquebrantable y perfección inalterable. La Christian Science enseña que la comprensión y utilización de la ley de Dios revelan la armonía inalterable del hombre. Enseña además que el cuerpo material es sólo la expresión exterior de un erróneo concepto material del hombre, y que cualquier sensación, o impresión de inarmonía o imperfección carece de realidad, poder o reseña en el reino del Principio o Mente divina, Dios.
Dado que el cuerpo humano lo construye la mente mortal de falsas creencias hechas carne u objetivadas como formas de materia, las discordancias no radican primordialmente en el cuerpo, sino en la mente humana que acepta estas creencias erróneas. Para lograr la armonía, no tomamos en cuenta el cuerpo sino la verdad de que el Principio y su idea constituyen la realidad. Entonces esas falsas creencias y su efecto quedan expulsados de nuestro estado de consciencia, y aparece un cuerpo en armonía.
Como las diapositivas o vistas en tira de una linterna mágica se proyectan sobre la pantalla, así las creencias mortales se reflejan en el cuerpo humano. Si hay que alterar la vista, no se consigue recortando o medicinando la pantalla, sino que al quitar la diapositiva de la linterna se quita la imagen que proyectaba. De la misma manera, cuando se elimina de la mente el falso concepto, su manifestación desaparece del cuerpo.
Los Científicos Cristianos respetan mucho a todos los nobles cirujanos que se esfuerzan constantemente por mejorar sus métodos para beneficiar a los que solicitan su ayuda, pero reconocen que el método de Cristo Jesús es el mejor, y se esfuerzan con humildad por imitar al gran Ejemplificador que sanó en todos los casos que se le presentaron, incluso los que desde el punto de vista médico hubieran requerido los servicios de un cirujano. En su tratamiento, el cirujano reconoce un cuerpo mortal lastimado, enfermo o deformado que necesita medicación material en una u otra forma, mientras que el practicista de la Christian Science reconoce que la dificultad es un estado mental mesmérico, completamente irreal, del cual es menester despertar al paciente.
Un ejemplo notable de ese despertamiento individual efectuado por el Principio divino, es la resurrección de la pequeña hija de Jairo mediante Cristo Jesús. Dijo el Maestro a los que se lamentaban (Mat. 9:24): “Dad paso; pues no murió la doncella, sino que duerme.” Otro ejemplo es el de la curación de Saulo, llamado después Pablo, que al perseguir a los Cristianos (Hechos 9) quedó ciego por la refulgencia de la luz espiritual que transformó tanto su naturaleza como su modo de vivir. Una vez convertido, Pablo sanó a muchos instantáneamente, entre ellos el cojo de nacimiento de Listra (Hechos 14).
Mrs. Eddy permitía la utilización de la cirugía para encasar huesos. Mas ésto no es dar “al César lo que es del César.” Es más bien un compasivo “consiente ahora, porque así nos conviene cumplir toda justicia” hasta que el pensamiento esté más despierto al mejor modo de resolver todo problema espiritual y mentalmente por la actuación del Principio divino. Dice nuestra Guía (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 401): “Hasta que las generaciones, a medida que avancen, admitan la eficacia y supremacía de la Mente, es mejor que los Científicos Cristianos dejen la cirugía y el reajuste de los huesos fracturados o dislocados en manos de un cirujano, mientras que el sanador mental se concreta principalmente a la reconstrucción mental y se esfuerza en prevenir la inflamación.” Sin embargo, continúa en la página siguiente: “La Christian Science siempre es el cirujano más hábil, pero la cirugía es la rama de su método curativo que será la última en ser reconocida.”
Un joven estudiante de la Christian Science sufrió una fractura grave en una rodilla al planear en skíes o patines noruegos, y fué llevado al consultorio de una practicista de la Christian Science. El lastimado le preguntó si procedía tomar una radiografía en vista de que el daño evidenciaba fractura de los huesos, a lo que ella contestó que eso lo dejaba a su elección. Leyó en seguida el pasaje aquí citado de Ciencia y Salud y el paciente decidió al instante atenerse al “cirujano más hábil,” o sea la Christian Science. Este estudiante que así se mostró dispuesto a confiar en Dios, no sólo sanó físicamente muy pronto, sino que se reafirmó compenetrándose más de las cosas del Espíritu.
La practicista le indicó que, fuera que el aparente accidente se había debido al descuido, prisa, ardor imprudente, confianza desmedida en la proeza humana, ambición por superar, o un estado mental desordenado como el mal genio, cólera, egoísmo, ser atronado o atrabancado, o terco, ninguno de estos estados de consciencia mortal era real ni podía actuar como ley o causa, puesto que Dios es la única causa y el legislador exclusivo. Aclaró que tal estado mental falso y su aparente resultado delineado en el cuerpo carecían de verdad, ley o Principio. Declaró además que como tanto la creencia falsa como su expresión eran irrealidades, no formaban parte del hombre, no las apoyaba ninguna ley ni podían abusar de él como su víctima mediante la cual manifestar una mentira; que carecían de historia y continuidad. Ella se aferró a la rectitud del hombre, su inmortalidad, inocencia y obediencia invariable al Principio; a la imposibilidad de que se separara ni por un instante del Principio y su orden inalterable; y a su inmunidad bajo las leyes bienhechoras de Dios. La practicista y el paciente se regocijaron por igual en acentuar hasta exteriorizar la armonía y perfección inherentes al hombre a pesar del argumento de la mente mortal de que el hombre es materia y está sujeto a accidente y estropeo o lesión.
Mrs. Eddy reitera lo indicado en el antedicho pasaje de Ciencia y Salud (pág. 401) cuando escribe en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (pág. 345): “El trabajo que desempeña el cirujano es la última forma de curación que nos será concedida, o más bien dable como logro de nuestra parte, al aproximarnos a un estado de perfección espiritual.” Es cierto que el mundo en general no reconoce todavía del todo el poder de la Verdad para desempeñar la labor de los cirujanos, pero hay muchos que no sólo lo reconocen, sino que han demostrado que “la Christian Science siempre es el cirujano más hábil.” Con cierta frecuencia se publican en The Christian Science Journal y en el Sentinel admirables casos de cirugía mental. Los que testifican en las reuniones de los miércoles a menude expresan su gratitud por curaciones de cirugía mental logradas mediante la Christian Science. Quienquiera que desee indagar ésto no tiene más que concurrir a tales reuniones o visitar una sala de lectura de la Christian Science para cerciorarse de las curaciones que se han logrado.
Actualmente predomina la creencia de que hay ciertas condiciones corregibles únicamente por cirugía médica. Tan arraigada está esta creencia en la consciencia humana, que equivale a un estado de mesmerismo. Este mesmerismo se disipa cuando la consciencia individual despierta de la ilusión reiteradamente sugestionada por el mal, al entender que la acción de la Mente divina es omnipotente y que la Mente y su idea, el hombre, están unidos indisolublemente.
Adolecía una mujer de cierto repugnante lobanillo en la cara. Varios practicistas se prestaron a darle tratamiento sin resultado aparente. Más tarde, ella decidió visitar a una amiga suya que era asimismo practicista. Le abrió su corazón segura de que esa amiga era tan cariñosa que no la culparía sino que le ayudaría a clarificar y purificar su estado mental. Tal disposición confiadamente pueril para que Dios la corrigiera y le enseñara la hizo que diera rienda suelta a sus confidencias que la revelaron como excesivamente vanidosa. Al llamarle a ello la atención, consintió en el acto en corregir ese falso estado mental reemplazándolo por su inocencia como hija de Dios. Se regocijó de que el Principio actuaba en su consciencia para quitarle lo que no fuera semejante al Cristo. Al día siguiente desapareció la protuberancia facial, dejando su rostro suavemente liso.
No hay que atribuir ninguna culpa al estudiante que no haya podido sobreponerse a alguna condición penosa utilizando sólo la actuación del Principio. Sin que eso obste para que nos esforcemos cada vez más por lograr mejores demostraciones a efecto de apresurar el día en que la cirugía mental sea más ampliamente reconocida y utilizada. Dice Mrs. Eddy (ibid., pág. 294): “Los Científicos Cristianos constituyen aún una gran minoría en lo que atañe a la metafísica divina; pero van mejorando el carácter y la vida de los hombres, y curan a los enfermos fundamentándose en que el poder es atributo exclusivo de Dios por ser omnipotente, omnisciente, omnipresente, supremo sobre todo.” Y continúa: “En cierta población, el Maestro ‘no hizo muchos milagros a causa de la incredulidad de ellos’— a causa de los elementos mentales en reacción, las mentes azoradas o contrapuestamente inícuas de los mortales. Y si hoy se hallara personalmente entre nosotros, reprocharía cuanto no concuerde con una fe plena y con el conocimiento espiritual de Dios. Enérgicamente reprocharía cualquier duda del poder siempre presente del Espíritu divino para dominar todas las condiciones en que se hallen el hombre y el universo.”