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Yo he tenido numerosas pruebas de que la...

Del número de octubre de 1951 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Yo he tenido numerosas pruebas de que la curación de las enfermedades ministrada por el Cristianismo primitivo continúa en nuestro medio. Durante muchos años, la Christian Science ha sido mi único médico y en casos innumerables he logrado disipar prontamente las intrusas creencias en los males aplicando mi propia comprensión de esa Ciencia.

Una vez llegué a casa enfermo en una noche de invierno y tuve que ir directamente a la cama. Después de esforzarnos por dos días mi esposa y yo por que recobrara mi salud sin lograrlo, solicité la ayuda de un practicista de la Christian Science, sintiendo que mejoraba desde un principio. En tal estado, y teniendo qué recabar un certificado médico que requerían los que me empleaban de acuerdo con el Decreto Nacional de Seguros, llamé a un doctor que diagnosticó el caso como pulmonía. Rehusé la medicina que me prescribía, pues mi regla invariable es atenerme exclusivamente al tratamiento de la Christian Science, sabiendo que “sólo por medio de una confianza radical en la Verdad puede realizarse el poder científico de la curación,” según escribe Mrs. Eddy en la página 167 de Ciencia y Salud.

La diagnosis me causó depresión y temor por breve tiempo, pero pronto vino a visitarme el practicista y se sintió impelido a leer en voz alta la lección que era el sermón de esa semana según las citas trimestrales de la Christian Science. Yo ya había encontrado con anterioridad que la afirmación de una u otra verdad de las citadas en la lección me había calmado durante la noche, haciéndome dormir en paz para despertar aliviado en la mañana. El acto de escuchar y reconocer estas mismas verdades ahuyentó mi temor y decaimiento, y me encaminó de nuevo por el sendero ascendente. Después de eso ya no hubo nada de mirar hacia atrás y en unos cuantos días me hallé con agradecimiento completamente libre y mejor de salud de lo que antes estuviera.

Mis compañeros de oficina se sorprendieron de que reanudara mi trabajo tan pronto, y uno de ellos preguntó si se había descubierto algún tratamiento nuevo, porque nunca había sabido de alguien que hubiera sanado de esa enfermedad tan rápidamente. Yo pude contestarle que había recibido tratamiento de la Christian Science, el cual siempre había hallado que era el más eficaz.

Agradezco mucho ser miembro de La Iglesia Madre y de una de sus filiales, así como la bendición de haber recibido instrucción facultativa en clase autorizada. He encontrado que mi servicio en la iglesia filial, que ha incluido casi todos los cambios a que da lugar el sistema de ocupar los puestos por turno, ha sido ocasión de muchas bendiciones y me ha aportado nuevas ideas gracias a este método de buscar el reino de Dios y Su justicia.

Vale expresar aquí mi aprecio de la sensatez de nuestra reverenciada Guía, Mary Baker Eddy, con que dirige la Causa de la Christian Science mediante los estatutos del Manual de La Iglesia Madre, y también de la sensatez del gran ejército de Científicos Cristianos que acatan estos estatutos, recibiendo por ello bendiciones para sí mismos y para la humanidad.—

La curación de la pulmonía que mi esposo testifica agradecido fué también una bella experiencia para mí. Ella mostró que la Christian Science es la verdad referente a Dios y al hombre demostrable en todos los detalles del diario vivir.

Al iniciarse la enfermedad fué preciso telefonear a otros dos Científicos Cristianos cancelando una cita. Ellos respondieron que los cuatro podíamos valernos de esa ocasión para acercarnos más a Dios estudiando la Biblia y las obras de Mrs. Eddy.

Los temas de las lecciones bíblicas para esa semana y la siguiente eran Espíritu y Alma, respectivamente, y al darnos a su estudio nos sentimos elevados por sobre toda lástima y culpación de uno mismo y amor propio, y nos percatamos de que nuestra comprensión de la Verdad influía benéficamente en toda la humanidad.

Yo pude atender al paciente de día y de noche manteniendo bien limpia la casa al mismo tiempo y sin ayuda de nadie no sólo sin cansancio, sino con gozo, dándome cuenta del significado de estas palabras de Ciencia y Salud (pág. 55): “y quienquiera que coloque su todo terrenal sobre el altar de la Ciencia divina, beberá ahora de la copa del Cristo y será dotado del espíritu y del poder de la curación cristiana.” Ví que el único resultado de echar “su todo terrenal sobre el altar de la Ciencia divina,” era la armonía que uno experimenta.

Cuando vino el doctor a extender el certificado de exención del trabajo encomendado a mi esposo, trató de amedrentarnos para que admitiéramos tratamiento médico, y hubo un instante en el que me ví tentada a acceder a que lo tomara, sabiendo bien que las medicinas no tendrían ningún efecto; pero mi esposo insistió en que el tratamiento de la Christian Science lo curaría, por lo cual me abstuve. En seguida tuve ocasión de agradecer al practicista de la Christian Science que me ayudara a ahuyentar mi alarma declarando que “el amor perfecto echa fuera el temor” (I Juan 4:18), y que el hombre siempre es perfecto en el Amor. A la segunda visita del doctor yo sentí mucho agradecimiento por haber tomado la actitud que tomamos, pues el doctor nos dijo que nunca había tratado a nadie, hasta entonces, que confiara tan radicalmente en la Christian Science para sanar.

Fué muy significativo que ocurrieran en la lección bíblica de esa semana las citas: “Ya que habéis conocido a Dios, ... ¿cómo tornáis atrás a aquellos débiles y desvirtuados rudimentos?” (Gál. 4:9), y “no es prudente asumir una posición vacilante o indeterminada, o tratar de valerse igualmente del Espíritu y de la materia, de la Verdad y del error” (Ciencia y Salud, pág. 167).

En el curso subsiguiente de nuestra vida normal yo me sentía de cuando en cuando inclinada a rememorar esa desgracia que nos había acontecido, pero el practicista indicó que debemos estar agradecidos de haber corregido el error material con la comprensión espiritual.

La Christian Science es una fuente incesante de bendiciones para nosotros, y yo agradezco mucho todas las oportunidades que he tenido de servir en una iglesia filial.—

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