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Estoy muy agradecido por haber sanado de...

Del número de octubre de 1951 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Estoy muy agradecido por haber sanado de la necesidad de usar anteojos mediante mi aplicación de la Christian Science. Había hallado preciso usarlos durante varios años debido al astigmatismo. Mi curación ocurrió hace más de tres años a resultas de mi fervorosa aplicación de las verdades que respecto a Dios y el hombre nos ha revelado nuestra amada Guía, Mrs. Eddy. ¡Cuán admirablemente útil es su definición de los ojos como “percepción espiritual,— no material, sino mental” (Ciencia y Salud, pág. 586)!

Mientras meditaba en esa definición, se me ocurrió que al aumentar mi percepción espiritual mejoraría mi vista. En seguida descubrí un error sutil en ese modo de razonar: Partía o me basaba en una premisa humana. En la práctica de la Christian Science debe uno comenzar con Dios siempre. Partiendo de Dios sería partir de una percepción ilimitada, de una vista exenta de defectos. Comprendí que siendo el hombre el reflejo de Dios, en realidad yo manifestaba incesantemente una percepción perfecta y en consecuencia una visión ilimitada.

No obstante mi convicción de que esta era la verdad, todavía temía quitarme los anteojos. Pero vino a fortalecerme la penetrante pregunta que hace Mrs. Eddy en su Himno de la Comunión (Poems, pág. 75): “¿Sientes del Verbo el poder?” Yo sabía que el Verbo es todopoderoso, que siempre está en acción, y que la Verdad no necesitaba esperar a que yo la comprendiera por completo a fin de que actuara. Disminuyó mi temor de que me dolieran los ojos.

Sabiendo que “sólo por medio de una confianza radical en la Verdad puede realizarse el poder científico de la curación” (Ciencia y Salud, pág. 167), me quité los lentes. Durante la semana siguiente continué mi fervoroso tratamiento metafísico en apoyo de mi actitud. No sentí dolencia a pesar de que tuve mucho trabajo estenográfico. Al terminar la semana estaba yo completamente sano, y desde entonces he disfrutado de mi vista normal y sin dolencia.

Como me crié en familia Científica Cristiana, siempre me he atenido a la Christian Science para resolver todos mis problemas. Cuando tenía unos cinco años, patinando en una cancha me caí golpeándome una sien contra el hielo. Aunque pude llegar a casa sin que nadie me ayudara, esa noche deliré, sanando hacia la madrugada gracias a la ayuda de mi madre. Mediante la Christian Science he sanado también de resfriados, dolores de cabeza, torcedura de un tobillo, fiebre escarlatina, una enfermedad cutánea infecciosa, y un genio violento atribuido a herencia.

Durante un período de cuatro años que serví en la Marina de los Estados Unidos la Christian Science me protegió y me ayudó constantemente. La inspiración que derivé de los consejos de la Biblia y de las obras de Mrs. Eddy fué más que suficiente para hacer cara y dominar los argumentos de libertad coartada, interrumpción de mis planes y reacción farisaica porque otros fumaban, se embriagaban o vivían inmoralmente. Fué una experiencia admirable principiar a entender y demostrar que ningunas circunstancias materiales podían perturbar o impedir mi salud, felicidad, libertad o progreso. En corroboración de ésto, cabe testificar que pude trabajar armoniosamente con un oficial que se distinguía por su genio violento e impaciente.

Tanto durante el período bélico como desde entonces, ha quedado probado en mi experiencia que “todas las cosas cooperan juntas para el bien de los que aman a Dios” (Rom. 8:28). Concretándome a lo reciente, al terminar un año de colegio me ví en la necesidad de ganar una suma considerable de dinero durante el verano para continuar estudiando durante el otoño. Reconocí que Dios emplea al hombre eternamente para que lo refleje, y que le suministra constantemente cuanto necesita. Me esmeré vehementemente en prescindir de mi voluntad propia y de forjar planes humanos. Dos horas después de haber salido de casa en busca de empleo ya estaba trabajando en mi actual puesto, en el que gano mucho más de lo que ganaba anteriormente, el cual se adapta idealmente a mi habilidad y previo entrenamiento, y es un puesto transitorio que dura exactamente el plazo que yo deseaba estar empleado.

Pero lo que más me importa es la paz, la ecuanimidad y la felicidad que traen consigo la mejor comprensión de Dios y la convicción de que hay siempre algún modo de salir de toda dificultad, y de la carne.

Una de las actividades de La Iglesia Madre que hoy se destaca ante mí muy significativamente, es la instrucción facultativa de la Christian Science que me fué grato cursar a principios de mis veintitantos años. Ha ensanchado mi concepto de Dios; ha clarificado muchas fases de la teología y de la práctica de la curación cristiana; ha puesto en claro varias cuestiones que me tuvieron perplejo por un número de años; me ha desenvuelto la Christian Science clara, lúcida y ordenadamente, inspirándome con la gloria actual de nuestra Causa.

Agradezco profundamente la verdad que respecto a Dios y el hombre han revelado Cristo Jesús y Mrs. Eddy mediante su obra amorosa.—

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