Con dicha profunda doy testimonio del poder de la Christian Science para curar. No hay problema, por grande que sea, ni situación demasiado complicada, ni enfermedad demasiado grave que no pueda curarlos la comprensión de Dios según lo enseña la Christian Science.
Mi madre comenzó a estudiarla poco después de que yo naciera. Era la única estudiante de esta religión en el remoto pueblo del occidente al que nos fuimos a radicar, por lo cual tenía que habérselas constantemente con opuestas opiniones y prejuicios propios de un pueblo de criterio retardado, no dispuesto a tolerar tales “necedades.”
Yo me acuerdo de varías curaciones importantes de que fuí objeto en mi niñez. Fuí rescatada de lo que parecía muerte segura a la que me llevaba una fiebre escarlatina, cuando mi madre veló toda la noche conmigo en sus brazos, orando y leyendo “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy. Mi hermana menor fué puesta en cuarentena porque tenía viruelas, de las que sanó gracias a la comprensión de la Christian Science que poseía mi madre. Ella trató la creencia del contagio tan primorosamente que nadie en la familia sufrió ni temía tal enfermedad, y las cacarañas del rostro y del cuerpo de mi hermana desaparecieron completamente.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!