La consecución del gobierno espiritual de uno mismo siempre ha de ser uno de los principales objetivos de todo estudiante formal de la Christian Science. “Reflejando el gobierno de Dios, el hombre se gobierna a sí mismo,” declara la reverenda Fundadora de esta Ciencia, Mary Baker Eddy, en la página 125 de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.” El hallazgo del gobierno de uno mismo implica un procedimiento que redime. La Biblia y las obras de nuestra Guía están repletas de instrucciones, paso a paso, para lograr esta meta, y a medida que estudiamos tan magistrales cartas de navegar que nos guían a ese anhelado orden en el que cada cual decide sus propios actos, nos damos cuenta de que siempre hay algo que nos toca hacer a fin de conseguir el procedimiento correspondiente.
El explorador que va en busca de un valle hermoso y fértil puede topar súbitamente con un claro en el desierto desde el cual divisa la tierra de promisión de sus anhelos después de tanto caminar al azar tan afanosa como inútilmente. Por fin se ve recompensado con la certidumbre de la realización inminente, y se siente libre para coordinar sus planes con su expectativa. Pero debe continuar abriéndose paso a la meta que ya contempla, cruzando finalmente el umbral de la tierra en flor, para luego esforzarse diligentemente por descubrir a plenitud sus internas riquezas.
No hay esfuerzo que valga en el que para tener éxito no sean indispensables la disciplina y dominio de uno mismo, cualidades que siempre requieren empeño deliberado, inteligente y resuelto de parte del interesado. Esto no lo altera el hecho de ser la Christian Science lo que se estudia y se procura demostrar. En realidad se vuelve más imperioso y vital, y el Científico Cristiano que procura obedientemente llevar a cabo su propia salvación sabe que siempre tiene que hacer algo muy definitivo y positivo a ese respecto, recordando que Pablo declara (Filipenses 2:13): “Dios es el que obra en vosotros, así el querer como el obrar ... su buena voluntad.”
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