En el breve libro We Knew Mary Baker Eddy (Nosotros Conocimos a Mary Baker Eddy), Primera Serie (pág. 50), Daisette D. S. McKenzie recuerda que “Mrs. Eddy habló una vez del hogar como ‘tu tranquilo retiro sagrado.’ ” ¡Qué ama de casa no sentiría que valdrían la pena sus diarios quehaceres domésticos si todos los que lleguen a su casa sintieran entrar a un “tranquilo retiro sagrado!” Dado que hoy estamos vividamente al tanto de que nuestra civilización necesita vínculos del hogar más fuertes y vitales, ¿no sería bueno descubrir cómo hacer de nuestra casa un asilo de fortaleza y refrescante animación espirituales?
El Salmista dió la clave de la solución del asunto en palabras tan potentes, tan tranquilizadoras y de una convicción tan profunda y gozosa, que han confortado y curado a innumerables buscadores de la Verdad a través de los siglos. Cantaba él (Salmo 84:1, 4): “¡ Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los Ejércitos! ... ¡Bienaventurados los que habitan en tu Casa! de continuo te alabarán;” y también (Salmo 90:1): “¡Señor, tú has sido nuestra morada de generación en generación!” Quizá su más bello mensaje a este respecto es el que contiene el bien querido Salmo 91.
En el mismo volumen (pág. 82) notamos que un alumno de la clase que enseñó Mrs. Eddy en 1898 relata: “Ella nos dijo que el hogar del Científico Cristiano es su comprensión de Dios; que allí están sus afectos y sus intereses, y que allí está su morada.” A medida que estudiamos el significado de Dios según la Christian Science, vemos que las ideas de Dios constituyen el ambiente espiritual del reino de los cielos. La comprensión de Dios y de que El todo lo abarca es el cielo dentro de nosotros, el único cielo que en vez alguna podremos conocer. Escribe Mrs. Eddy en la página 254 de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras:” “Peregrino en la tierra, el cielo es tu morada; extranjero, eres el huésped de Dios.” El cielo de las armoniosas ideas espirituales es nuestro hogar verdadero.
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